por Rolando Castañeda y Lorenzo Cañizares *
Hace unas cuantas semanas atrás el Washington Post anunció que los estados de Virginia y Maryland esperan ansiosamente el cambio previsto de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. El artículo señaló cómo estos dos estados ya han estado negociando con el Gobierno cubano y lo mucho que han incrementado sus negocios con la isla.
Todo este entusiasmo comenzó con la medida del Presidente Obama en la que relajó las restricciones existentes para las visitas y las remesas de los cubanoamericanos y la respuesta del Presidente cubano Raúl Castro quien dijo que estaba dispuesto a todo tipo de discusión en la mesa de negociaciones, en donde fuera y cuando fuera, incluyendo los temas de democracia, derechos humanos y la libertad de los presos políticos. Poco después Fidel Castro, quien obviamente todavía tiene gran poder en Cuba, acusó al Presidente Obama de mal entender lo que su hermano quiso decir y que no iba a haber debate sobre ninguno de esos asuntos ni ninguna liberación de presos políticos.
Raúl Castro después, a finales de abril, añadió en la reunión del Movimiento de No-Alineado que se celebró en la isla que Cuba no negociará la soberanía nacional ni el sistema político y social con los Estados Unidos. En esto apoyamos decididamente al general, ya que son temas que conciernen única y exclusivamente al pueblo cubano. A la vez la Administración del presidente Obama ha tomado la posición que los Estados Unidos no levantará el embargo hasta que Cuba no tome acciones concretas de cambio en el campo político.
¿Dónde estamos? El gobierno cubano tiene razón en expresar su rechazo categórico a cualquier negociación con un gobierno extranjero que pueda condicionar y que tenga como meta el cambio del régimen de Cuba. Es infantil esperar otra cosa y ningún gobierno negocia su desaparición. El Gobierno cubano no está de acuerdo, ni nosotros tampoco, con unas negociaciones que impongan posiciones externas sobre el manejo interno del país disminuyendo así la soberanía nacional. Sin embargo, es importante señalar que una discusión sobre los temas de derechos humanos o las libertades individuales nada tiene en sí mismas contra la soberanía nacional, es todo lo contrario pues la verdadera soberanía reside en el pueblo que desea más derechos y libertades fundamentales. Así lo consideró el Gobierno cubano al suscribir dos tratados internacionales sobre derechos humanos en 2008.
Recordémonos también que a principios de abril una delegación de congresistas estadounidenses afro-americanos se reunió por varias horas primero con Fidel y después con Raúl. Esto lo interpretamos como un deseo por parte del Gobierno cubano de normalizar sus relaciones con el Gobierno estadounidense y especialmente con un presidente extremadamente popular en el ámbito internacional. Asimismo, es importante destacar el cambio del Ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, quien era conocido como parte de la línea dura, o de los talibanes, hacia los Estados Unidos, por Bruno Rodríguez Parrilla, quien fue el representante cubano en las Naciones Unidas de 1995 al 2003, lo que debe ser interpretado como un deseo del Gobierno cubano de poner aun diplomático de carrera para explorar las posibilidades de unas mejores y más realistas y pragmáticas relaciones con los EE.UU.
Simultáneamente periodistas extranjeros residentes en la isla han señalado que la situación de los pagos externos de la isla se ha deteriorado aceleradamente, que comenzaron de nuevo los apagones y que académicos cubanos han cuestionado el ritmo de las medidas internas necesarias para enfrentar la difícil situación económica que se ha agudizado por la crisis financiera internacional.
Muchos cubanos en este lado del Mar Caribe y en otros sitios de la diáspora han respondido de diferentes modos a lo que está pasando entre los dos gobiernos y en Cuba. Como hemos dicho anteriormente consideramos muy significante y correcta la posición adoptada por la Fundación Nacional CubanoAmericana en referencia al embargo. Esa posición no sólo reconoce la realidad de que el embargo es muy poroso sino que también es hora de comenzar un nuevo capítulo (¿recuerdan aquello de dar un pasito pa´lante varón?). El momento ha llegado en que los cubanos de la diáspora empecemos a tomar una posición mucho más activa en la reconciliación y la reintegración nacional de nuestro pueblo, lo que además es ineludible, colaborar a superar los difíciles problemas nacionales y establecer un proyecto de país que la mayoría del pueblo cubano desea. ¿Cómo podríamos ayudar? Dando los pasos necesarios para establecer una mesa nacional donde representantes de todos los cubanos trabajen conjuntamente para definir y desarrollar las bases para resolver los problemas nacionales.
Debemos tener en consideración que Cuba para poder desarrollarse económicamente necesita un ambiente pacífico de sus relaciones externas, especialmente para realizar importantes cambios estructurales internos. La distensión con el gobierno estadounidense no sólo es necesaria sino también es imprescindible para detener la desviación de recursos que se utilizan en gastos militares y en resolver problemas diplomáticos causados por el aislamiento político establecido por Estados Unidos. ¿Por qué Estados Unidos se opone a que Cuba entre a instituciones financieras internacionales que le ayuden a determinar los cambios que desea realizar? Cuba necesita de recursos técnicos, inversiones y mercados extranjeros para desarrollar su muy desvastada economía. Muchas compañías extranjeras se cohíben de negociar con Cuba debido a las penalidades que se le podrían imponer por la violación del embargo estadounidense, no sólo de la ley Helms Burton sino también de la Ley Torricelli que violan normas básicas del derecho internacional o lo hacen en condiciones muy ventajosas para ellas. Así Sherritt tiene estándares ambientales en la isla que están prohibidos en Canadá bajo el principio de que el que contamina paga por ello. Cuba necesita recursos para poder explotar sus ricos depósitos minerales, particularmente su petróleo, expandir las posibilidades turísticas y comerciar normalmente con su mercado cercano más importante lo que es impedido por la falta de inversiones extranjeras y el embargo estadounidense.
*Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.
Rolando H. Castañeda es economista cubano-americano; jubilado del Banco Interamericano de Desarrollo. Reside en Washington, DC.
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