Sunday, December 27, 2009

Memoria al Rojo Vivo (II)


Ariel Hidalgo

En un manuscrito que había ido tomando forma de libro a fines de los 70, yo había llegado a la conclusión de la necesidad de una segunda revolución. Consideraba que los medios de producción habían pasado de unas manos a otras, pero no a las de los trabajadores, sino de capitalistas y terratenientes al Estado centralizado con el encumbramiento de una nueva casta de burócratas. No se trataba simplemente de corregir el rumbo, sino de dar un timonazo tan radical como fue el proceso inicial que transformó la gran propiedad privada en estatal. Mas la cuestión no era ya centralizar, sino descentralizar, no se trataba ya de estatizar ni de privatizar, sino de convertir las riquezas realmente en propiedad social, delegando todos los medios en los trabajadores de base para que éstos los controlaran directamente sin intermediarios burocráticos. Tras mis desacuerdos con las prácticas de repudiar a los que en 1980 decidían emigrar, fui expulsado de mi cátedra de Marxismo, sometido a un registro de Seguridad del Estado en mi domicilio con la consecuente ocupación del manuscrito fui arrestado y entrevistado en Villa Maristas por un oficial que se me daba a conocer como “Mayor Ricard”, con quien discutí mis diferencias y me informó que quedaría definitivamente expulsado del Ministerio de Educación. Para mi sorpresa, fui liberado a los tres días.

Inmediatamente destruí todos los escritos que pudieran considerarse críticos del sistema y comencé a trabajar en labores de construcción junto con muchos de mis antiguos alumnos que aún allí, paleando arena y gravilla, seguían llamándome “Profe”. A lo largo de más de un año recibí las visitas de uno que otro “amigo” que venía a hacerme alguna propuesta de operaciones ilícitas. Las rechacé todas, por supuesto, a pesar de mis precariedades. Nadie podría incriminarme en una causa común como un delincuente “vulgar” a pesar de que la inmensa mayoría del pueblo participaba en tráficos ilícitos. Pero no estaba tampoco dispuesto a resignarme a permanecer diez o quince años en la construcción esperando el día venturoso en que se produjese un gesto de conmiseración de quienes yo consideraba más culpables que yo. Reinicié los apuntes de mis ideas y no me abstuve de exponerlas verbalmente a todo aquel que consideraba en condiciones de asimilarlas. Finalmente, en el amanecer del 19 de agosto de 1981 reaparecieron en mi vivienda para hacer un nuevo registro, ocuparon los nuevos escritos y me llevaron nuevamente a Villa Maristas.

Ya no vería al Mayor Ricard sino a un teniente que no le interesaba debatir ideas sino saber quienes más conocían la naturaleza de ese manuscrito y si existían copias. No le dije que había logrado salvar una copia enviándola a mi familia en Estados Unidos. Allá se publicaría años después con un título que posteriormente yo consideraría inadecuado: Cuba, el Estado Marxista y la Nueva Clase, inadecuado porque llegaría a considerar que lo que existía en Cuba y en los demás países del llamado Campo Socialista no era la materialización de los ideales de Carlos Marx, sino más bien los de Hegel, quien había considerado al Estado como la encarnación de Dios en la tierra y por tanto estaba supuestamente destinado a absorber todas las instituciones de la sociedad civil. “La acción del Estado consiste en llevar la Sociedad Civil, la voluntad y la actividad del individuo, a la vida de la sustancia general, destruyendo así, con su libre poder, éstas subordinadas, para conservarlas en la unidad sustancial del Estado” [1],.

No hubo en Villa discusiones teóricas. Sólo en el último interrogatorio, cuando le dije que no perseguía el regreso de Cuba al capitalismo, me preguntó airado: “¿Qué es lo que quiere Ud. entonces para Cuba?” Y respondí: “Pues una sociedad donde los obreros de cada fábrica, los dependientes de cada comercio, los empleados de cada banco, los maestros de cada escuela, etc, etc, puedan elegir libremente a las administraciones de sus respectivos centros”. Me miró con ojos muy abiertos y me gritó: “¡Ud. está loco, completamente loco!” Y al día siguiente me envió para un manicomio.

No era una sala psiquiátrica cualquiera aquella del Hospital Psiquiátrico de La Habana, más conocido como Mazorra, sino un espacio cerrado con muros y barrotes a donde llevaban a los reclusos con problemas mentales de todo el país. Esa convivencia con tantas personas desquiciadas, convictas por asesinatos, violaciones y otras barbaridades sin que ninguna autoridad se atreviese a entrar allí, era lo que hacía de la Sala Carbó Serviá un verdadero infierno. Un par de veces me sacaron para hacerme algunos test mentales y el diagnóstico fue “trastorno de la personalidad”, nada grave, por lo que a los diez días fui enviado a la fortaleza de La Cabaña.

La Cabaña era entonces una prisión de tránsito, donde los presos nuevos esperaban ser llevados ante un tribunal. Pero en mi caso no esperaron al juicio. Al poco tiempo trasladaron a once presos considerados como los más bravos por sus protestas y huelgas de hambre. Yo, que jamás había protestado ni había ayunado un solo día, era uno de ellos. Ninguno de los otros diez podía entender por qué yo había sido incluido en ese grupo. Nos llevaron a la prisión Combinado del Este, pero no a una celda normal o a una galera cualquiera con los demás presos políticos, sino incomunicados en un área especial.

El recibimiento no fue nada agradable. Una columna de guardias nos esperaba a la entrada de una edificación de una sola planta para desnudarnos y escoltarnos hasta cada una de nuestras respectivas celdas a donde sólo nos permitían llevar nuestra ropa interior y una toalla. El Destacamento 47, con 99 celdas tapiadas, sin camas y sólo una llave de agua y un agujero para las necesidades, era el lugar a donde llevaban a los condenados a muerte y a reos muy peligrosos que no podían convivir con otros sin riesgo de “hechos de sangre”. Algunos llevaban allí dos o tres años en total aislamiento. Cuatro rejas había que abrir para llegar al interior de una de esas celdas sin contar las puertas de madera que a lo largo de los tres pasillos ocultaban a la vista de quienes los caminaran, los calabozos tapiados con planchas de hierro. Como era un edificio rectangular, a diferencia de los demás edificios en forma de U, uno de los once, Jacinto Fernández, que en otro tiempo había sido fundador de lo que entonces fue el DIER, antecedente de Seguridad del Estado, lo calificó como “Rectángulo de la Muerte”, nombre con el que se conocería luego en las denuncias internacionales.

Aquellos cubanos que jamás hayan estado internados en una prisión de su país desconocen una arista muy importante de su realidad social. Aunque existen, como en todas partes, personas honradas y sensibles entre oficiales y carceleros, había también personas corruptas y abusivas, solo que por las características particulares de una prisión, el abuso de poder es más marcado y frecuente. Sin embargo, el Destacamento 47 parecía reservado exclusivamente para ser custodiado por el segundo tipo de hombres, y en general, en cualquier lugar de la prisión donde se realizaran aquellos actos vergonzosos, como golpizas, por ejemplo, daba la impresión de que eran conocidos y tolerados desde los altos mandos. El gobierno cubano siempre negaría la existencia de violaciones de derechos humanos en sus cárceles, y ni siquiera reconocería que habían existido cuando años después procesara y condenara a varios altos oficiales en el famoso caso del 89, la mayoría de los cuales se sabía, habían sido responsables indirectos de muchos de aquellos actos, como si no fuera lógico que al aceptar de hecho que aquellos oficiales, habiendo practicado la corrupción y el abuso de poder mientras gozaban de tanta autoridad en el Ministerio del Interior y en particular en Cárceles y Prisiones, no se reconociera también la posibilidad de que aquellas violaciones se hubiesen cometido. En el Destacamento 47 era raro el día que no escucháramos personas corriendo por los pasillos, los gritos, los sonidos de los golpes y los lamentos de las víctimas. Por muchos años, ya en libertad, cualquier carrera estrepitosa que escuchara por algún pasillo cercano, me sobresaltaba y me alteraba. Debo reconocer, no obstante, que en mi caso particular, durante mis años en el Combinado del Este jamás me pusieron una mano encima, ni siquiera en la época en que se conocía de mis actividades sistemáticas de denunciar aquellos hechos. Hubo siempre un trato mutuo de respeto entre mis carceleros y yo.

A los 21 días de incomunicación nos entregaron algunas de nuestras pertenencias, como libros, cuadernos y plumas y nos juntaron de dos en dos en cada celda. Me tocó por compañero Jacinto Fernández, acusado de espía por sacar información de violaciones de derechos humanos por vía diplomática. El 25 de diciembre me llevaron en un carro jaula al tribunal para juicio y pude ver por primera vez a mi esposa, aunque desde lejos. Me acusaban de “revisionista de izquierda”, se leyeron algunos fragmentos para demostrarlo y sugirieron que yo estaba sembrado el veneno en mis alumnos con mis ideas. Luego me llevarían la sentencia a mi celda. Se me condenaba a ocho años de cárcel por propaganda enemiga, “y en cuanto a sus obras, destrúyanse mediante el fuego”.

¿Por qué tanto ensañamiento? ¿Por qué se me aislaba sin explicarme nunca la razón y se ordenaba quemar todas mis obras? El manuscrito no había sido distribuido por las calles; una copia enviada al extranjero cuando consideré inminente mi detención, nunca fue publicada, ni antes de ser arrestado, ni mientras estuve en prisión; y el original fue encontrado en una gaveta de mi escritorio.¿Dónde estaba, pues, la propaganda enemiga por la que era juzgado? La razón sólo podía ser una: Hasta entonces la dirigencia cubana podía enfrentar cualquier crítica de “derecha” e incluso de izquierda, siempre que se fundamentara en presupuestos sociológicos tradicionales. Para esa dirigencia bastaba simplemente con oponerles una lógica diferente, ajena por completo a los parámetros “burgueses”. Pero no le era fácil contrarrestar una crítica basada en su propia lógica y que por tanto estremecía desde la misma ideología marxista los cimientos argumentales de la lealtad al oficialismo entre sus propias filas. El libro, por tanto, no se había escrito para ser leído en el exterior por personas con una formación cultural totalmente ajena a esa realidad, sino dentro del país, por militantes del partido y de la Juventud Comunista, por académicos oficialistas, por militares y dirigentes de organizaciones progubernamentales. Se trataba, en pocas palabras, del primer trabajo crítico del sistema estatal centralizado de la nueva Cuba desde una óptica marxista, donde se demostraba el surgimiento de una nueva clase social dominante a partir de la definición leninista y donde se ponía de manifiesto que en el nuevo sistema la ley económica era la apropiación, por parte de los burócratas designados desde las altas instancias, de parte del plusproducto para ser intercambiada mediante el trueque tácito. Con palabras más llanas, “te resuelvo hoy para que tú me resuelvas mañana”. En conclusión, se demostraba que el modelo establecido en Cuba nada tenía que ver con socialismo ni con marxismo.

Un día logró llegar hasta muy cerca de mi celda un preso que decía haber oído de mí y quería conocerme. Su nombre era Elizardo Sánchez Santa Cruz. Había sido profesor de la Universidad de La Habana pero había sido cesanteado bajo acusaciones de inclinaciones sinoístas. Luego, aquella noche, hablamos de celda a celda, casi a gritos y según dijo iba a ser trasladado a la prisión de Boniato en Santiago de Cuba. Me pareció un hombre inteligente y de elevada cultura política. A la mañana siguiente ya no estaba allí.

Un día nos mandaron a salir con nuestras pertenencias y nos enviaron a las galeras de presos políticos. Habíamos permanecido en el Destacamento 47 un año y veinte días. Sólo uno de los once permaneció allí, Jacinto.

Unido a los demás presos de lo que se conocía como “nuevo presidio político”-el que había surgido con posterioridad al indulto del 78-, comencé a realizar varias actividades: impartiendo clases a los menos instruidos, asistiéndolos como auxiliar de enfermero y participando en un taller literario. El sistema penitenciario permitía la visita de instructores literarios que organizaban concursos. Un cuento mío resultó ganador frente a otros competidores del Combinado del Este. Supuestamente debían llevarme a la Prisión Occidental de Mujeres para competir a nivel nacional, pero Seguridad vetó mi participación a pesar de que el cuento nada tenía que ver con política.

Se ha propagado la creencia de que el movimiento de los derechos humanos en Cuba nació por los años 70 tras la liberación de los condenados en la llamada causa de la Microfracción, principalmente de ex militantes del Partido Socialista Popular. Pero independientemente de esos posibles antecedentes, el movimiento surge realmente, ya organizado, en octubre de 1983 en la propia prisión del Combinado. Un día de ese mes fue llevado al piso que ocupaban los presos por motivos políticos, uno de aquellos microfraccionarios, Ricardo Bofill, recientemente encarcelado en su tercera causa, esta vez por enviar misivas de denuncias a organismos internacionales. Los firmaba a título personal con su propio nombre y me decía que lo seguiría haciendo desde la cárcel de ese modo, a diferencia de lo que hasta entonces se hacía en el presidio de usar sólo seudónimos para evitar la represión. Bofill consideraba que era indispensable dar la cara para que los documentos tuvieran credibilidad. Aunque decirme aquellas cosas parecía como una invitación, porque decía tener contactos para sacar los escritos de la prisión y luego enviarlos al extranjero, no me decidí en los primeros momentos. Pero en mi conciencia me pesaba la suerte del compañero que había dejado atrás en el Destacamento 47 en pésimas condiciones sin que yo hiciera nada por su suerte. Por eso, finalmente, acepté sus servicios. No sólo me ofreció sus contactos, sino que incluso se dispuso a redactar conmigo la denuncia. Al finalizar la carta dirigida a la opinión pública internacional, firmamos los dos con nuestros nombres e inmediatamente después, para mi sorpresa, escribió debajo estas palabras: “Comité Cubano Pro Derechos Humanos”, y agregó, al lado de su nombre y el mío, los títulos respectivos de “presidente” y “vicepresidente”.

No le di importancia a aquello, no anoté la fecha como un día memorable. Para mí era sólo un acto humanitario que hacía por un amigo. Pero sin saberlo, aquel documento fue noticia en muchos medios: un grupo de derechos humanos había nacido por primera vez en Cuba.

[1]Frederic Hegel: Filosofía del Derecho.

Saturday, December 26, 2009

Personalidades del Mundo Académico y Cultural de Cuba protestan por Restricciones Gubernamentales

CARTA EN RECHAZO A LAS ACTUALES OBSTRUCCIONES Y PROHIBICIONES DE INICIATIVAS SOCIALES Y CULTURALES

“Cuando vinieron buscando a los judíos, yo callé pues no era judío; cuando vinieron buscando a los comunistas, yo callé pues no era comunista; cuando vinieron buscando a los sindicalistas, yo callé pues no era sindicalista; después, vinieron buscándome a mí, y nadie habló”.
Niemöller

Poco tiempo después de haberse realizado exhaustivos análisis “públicos” del período “gris” de nuestra historia reciente, se respira en Cuba el aliento de la re-pavonización (1). Sin intención de atribuir responsabilidades universales a ninguna persona o institución en específico, hemos tomado nota de una serie de hechos que dan fe de un clima de incremento del control burocrático-autoritario y de obstrucción de iniciativas sociales. Cada uno de ellos por separado recuerda algunas conocidas prácticas de la década del ´70. Aquí resumimos algunos de los que conocemos mejor.

- Obstrucción de la participación de un grupo de compañeros que llevaban consignas ecologistas y socialista-autogestionarias en la manifestación por el Primero de Mayo del 2008; algunos de los cuales fueron posteriormente separados de sus centros de trabajo;

- Prohibición de un espacio de debate estudiantil sobre temas políticos y sociales de nuestro país desde posiciones Socialistas, reconocido inicialmente por el departamento de filosofía del Instituto de Ciencias y Tecnologías Aplicadas (INSTEC), que culminó con la expulsión de una estudiante de las filas de la FEU, y la separación de un profesor de dicha institución;

- Separación de su centro laboral y de las organizaciones políticas donde militaban a varios trabajadores, por recibir y/o publicar críticas propositivas en el espacio digital Kaos en la Red (socialista y contrahegemónico); alegando la institución el uso incorrecto de la red digital;

- Continua exclusión de los artistas del género hip-hop underground de los espacios públicos, escenarios y medios de comunicación social, así como casos puntuales de persecución policial de algunos de esos artistas;

- Obstrucción de la entrada libre de público a las últimas sesiones de debates abiertos del Último Jueves, organizados por la revista Temas;

- Obstrucciones, detenciones e impedimentos, a raíz de la marcha-performance contra la violencia convocada autónomamente el 6 de noviembre del 2009;

- Presiones sobre el proyecto Esquife, organizador del Encuentro Teórico Medios Digitales y Cultura, y exigencia de control de acceso de público al espacio del evento;

- Conato de acto de repudio, con presencia de la policía y de ambulancias, contra el proyecto autónomo OMNI-Zona Franca y su expulsión del espacio que ocupaba desde hace 10 años, en la Galería Fayad Jamís de Alamar, así como la retirada de apoyo al Festival Poesía sin Fin por parte de los funcionarios del sector cultural;

- Separación de su centro de trabajo en la Televisión de Granma de dos trabajadores alegando trasmisión de un “material pornográfico” (obra vanguardista premiada en varios eventos auspiciados por el ICAIC), acto que suscitó una declaración de protesta de la UNEAC provincial.

Todos estos hechos tienen un rasgo común, se trata de acciones desde la “institucionalidad oficial” contra iniciativas culturales caracterizadas por el compromiso activista en pro de una autonomía solidaria. Vemos con gran preocupación la posibilidad de que este tipo de actos desacertados y esterilizantes se generalicen como tendencia. Sentimos en ellos el resurgir de un pensamiento que creíamos ya desterrado de la vida cultural de nuestro país.

Nos posicionamos en contra de tal represión silenciosa que está afectando a proyectos y personas cuyo único “error” ha sido el de llevar a cabo iniciativas que no fueron “orientadas desde arriba”.
Si el capitalismo es el poder del capital frente a la gente de a pie, entonces estamos en contra del capitalismo, y si el “socialismo” es el poder de una burocracia en contra del resto de la sociedad, entonces también estamos en contra de este “socialismo”. Pero el socialismo no tiene que ser esto, el socialismo que nos entusiasma es el proyecto que socializa –comparte– todos sus recursos, donde todos tenemos igual acceso al ejercicio del poder; y no crea alguien que nos referimos a una utopía: ya hay por ahí algunos hogares y colectivos que hacen realidad estas prácticas.

La creciente política de concebir a aquellos que piensan y actúan diferente a “lo orientado” como “disidentes”, “mercenarios” o “contrarrevolucionarios” no afecta en lo más mínimo a la contrarrevolución real, cuya imagen más bien se fortalece, al dejar muy poco espacio para la crítica socialista en la aplicación de la consigna “conmigo o contra mí”. Al no practicarse el merecido respeto por la diversidad, también se está resquebrajando la unidad del proceso revolucionario.

El único remedio para tratar de evitar las nefastas consecuencias que vislumbramos, es promover el diálogo cultural, el respeto a la autonomía y a las capacidades auto-organizativas y gestionadoras de proyectos y personas que emergen en nuestra sociedad. También resulta imprescindible reconocer que la situación actual reclama vínculos de nuevo tipo entre los actores político-culturales cubanos, frente a la emergencia irreversible de nuevos hechos sociales, como las tecnologías digitales o la imposibilidad del aislamiento del país bajo una “urna de cristal”.

En las actuales circunstancias, es imprescindible empeñarnos e incluso arriesgarnos a cuanto esfuerzo sea necesario para salvaguardar los contenidos de nuestro proyecto de liberación social. Hoy nuevamente cobran valor las palabras de Martín Luther King cuando decía «Cobardía hace la pregunta: ¿es seguro? Conveniencia hace la pregunta: ¿es política? Vanidad hace la pregunta: ¿es popular? Pero la conciencia hace la pregunta: ¿es correcto? Y llega un momento en que uno debe tomar una posición que no es ni segura, ni política, ni popular; pero uno debe tomarla porque es correcta».

Esta declaración rechaza todo intento de silenciar a las personas y proyectos que trabajan en la búsqueda de la transformación social hacia un «mundo donde otros mundos sean posibles». Revolución y cultura sólo tienen sentido si son sinónimos de crítica y creación.

La Habana, 18 de diciembre de 2009.

1) Se refiere al período en que Luis Pavón dirigía en Cuba el Consejo Nacional de Cultura caracterizado por restricciones y censuras.

Lista de personas, grupos o proyectos que apoyan la presente carta:

Lista de personas firmantes (ordenados alfabéticamente)

Andres Perez Vicideo (Actor, Cuba)

Ángel Vale González (Biólogo,activista El Guardabosques, CUBA)

Alejandro Benítez Suárez (Estomatólogo,escritor, CUBA)

Alejandro Sanchez Lopez (Bioquimico, Cuba- Chile)

Armando Chaguaceda (Profesor, historiador e investigador de CienciasPolíticas, activista de la Cátedra Haydée Santamaría, CUBA)

Claudio Fernandez (Informatico, Coordinador del proyecto Web en Cuba, Mexico.

Carlos Díaz Caballero (Informático, activista del Grupo deEstudios Culturales Nuestra América, CUBA)

Carlos Simón Forcade (Profesor, historiador del arte y ensayista,activista de la Cátedra Haydée Santamaría, CUBA)

Daisy Valera (Estudiante, CUBA)

Delonis Escalante Rodríguez (Promotora cultural, activista delGrupo de Estudios Culturales Nuestra América, CUBA-MÉXICO)

Dmitri Prieto Samsónov (Profesor, bioquímico, jurista, antropólogo y promotor cultural, activista de la Cátedra Haydée Santamaría, CUBA-RUSIA)

Emilce Piazza (Doctora graduada en Cuba, ARGENTINA)

Enrique Pineda Barnet (cineasta y pedagogo, Cuba)

Erasmo Calzadilla Rodríguez (Profesor de Filosofía, CUBA)

Esteban Díaz (Estudiante de Medicina, ARGENTINA-CUBA)

Félix Guerra (Escritor, CUBA)

Hibert García Jordá (Informático, CUBA)

Hilda Landrove Torres (Promotora cultural, activista del Grupo de Estudios Culturales Nuestra América, CUBA-MÉXICO)

Irina Echarry Campo (Escritora, CUBA)

Isbel Díaz Torres (Biólogo, escritor, activista El Guardabosques, CUBA)

Jimmy Roque Martínez (Optometrista, activista El Guardabosques, CUBA)

Jesus Amado Muguercia Correa (Escritor Cuba-España)

Jose Millet (Escritor e investigador, Direcvtor de las redes sociales Union de escritores y Artistas del Caribe y Asociacion Caribeña de Estudios del Caribe)

Jorge Luis Acanda González (el joven) (Ensayista, CUBA)

Jorge Luis Aleman Barbarena (teologo y ensayista, activista de la Catedra Haydee Santamaria, Cuba)

Julio Tang (Historiador, promotor cultural, maestrante en Estudios Chinos y activista de la Cátedra Haydée Santamaría, CUBA-CHINA)

Karel Negrete Vázquez (Profesor, jurista, CUBA)

Luis Carracedo Roque (fotografo Cuba-España)

Luis Amaury Rodríguez Ramírez (Promotor cultural, activista del Grupode Estudios Culturales Nuestra América, CUBA-MÉXICO)

Manuel Castro Rodríguez (Periodista, CUBA-PANAMÁ)

Mario G. Castillo Santana (Profesor, historiador, ensayista einvestigador de Antropología, activista de la Cátedra Haydée Santamaría, CUBA)

Marlene Azor (Socióloga, CUBA-MEXICO)

Michel Matos (Promotor cultural, Rotilla Festival, Matraka, Cuba

Miguel Arencibia Daupés (Jurista, especialista en Desarrollo Social, ensayista, CUBA)

Miriam Herrera Jerez (Historiadora, activista Catedra Heydee Santamaria, Cuba)

Nora Fuentes (Artista de la plástica, profesora, CUBA-SUECIA-EUA)

Ovidio D´Angelo Hernández (Profesor, psicólogo, investigador deEducación Popular y de Sistemas complejos auto-organizados, co-autor delproyecto educativo PRYCREA, CUBA)

Pedro Campos Santos (Ensayista, co-autor de la propuesta programática SPD, CUBA)

Rafael Grillo (Escritor, editor, ensayista, Cuba)

Raimundo Franco Parellada (Ingeniero en Automatica y Telemecanica, director de Informatica y Gestion del Conocimiento, CITMA, coordinador Catedra Complejidad, Cuba)

Rodolfo Alonso (Profesor universitario de Filosofia e Historia, Cuba)

Roberto Garcia Perez (Informatico, Cuba)

Rubén Lombida Balmaseda (Promotor cultural, activista del Grupo de Estudios Culturales Nuestra América, CUBA-MÉXICO)

Yenisel Rodríguez (Profesor, especialista en Estudios Socio-Culturales, investigador de Antropología, promotor cultural y activista de la Cátedra Haydée Santamaría, CUBA)

Yusimí Rodríguez López (Traductora y ensayista, CUBA)


Lista de grupos o proyectos firmantes (ordenados alfabéticamente)

Cátedra Haydeé Santamaría
El Guardabosques
Grupo de Estudios Culturales Nuestra América
Observatorio Crítico
Socialismo Participativo y Democrático

Tuesday, December 22, 2009

¡Es Hora de devolver Guantánamo a Cuba! II

por Rolando Castañeda y Lorenzo Cañizares *


Hace casi un mes escribimos el artículo ¡Es hora de devolver Guantánamo a Cuba! en el cual planteamos que es oportuno y propicio que EE.UU. actúe sobre este importante asunto porque sería de mutuo beneficio.

En general el artículo fue bien recibido y comentado. No obstante, ha habido algunas objeciones en el sentido que este no es el momento para hacer este planteamiento y que se requieren negociaciones previas entre ambas partes. A continuación nos referimos a ellos.

Estamos de acuerdo que para hacer este traspaso se requieren negociaciones entre las partes. Más aún nosotros venimos planteando que el restablecimiento y la normalización de las relaciones políticas y económicas entre Cuba y EE.UU. requieren serias negociaciones entre las partes y, por ello, hemos apoyado decididamente los pasos de la administración Obama de iniciarlas. Como ya señalamos la administración Obama presenta una oportunidad única de hacer estas negociaciones debido a su posición de resolver los conflictos existentes mediante la diplomacia y el diálogo respetuoso entre las partes y, en general, a sus posiciones internacionales que son consistentes con la política de EE.UU. de eliminar bases en otros países y con la tendencia mundial de eliminar cualquier vestigio del colonialismo en la cual EE.UU. desempeñó un marcado liderato en la posguerra.

En lo referente a que este no el momento de iniciarlas estamos en desacuerdo. Consideramos que con el próximo cierre de la prisión de Guantánamo ha comenzado una fuerte dinámica que va a poner el tema sobre la mesa. De hecho Julia Sweig Coordinadora para América Latina del prestigioso Council of Foreign Affairs hizo un planteamiento específico sobre el tema en mayo del 2009 en el Washington Post. Consideramos que el tema comenzará a discutirse de lleno cuando se trasladen los prisioneros de la base de Guantánamo y comiencen los juicios civiles de los detenidos. Asimismo, que los cubanos de la diáspora no sólo no podemos ignorar este trascendental tema sino más aún que debemos tener una firme posición de apoyarlo. Realmente seria paradójico, por no decir hasta ridículo, que los intelectuales de EE.UU. adopten posiciones de principio sobre el tema mientras los cubanos de la diáspora lo ignoramos o tratamos de evadirlo fútilmente.

* Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C.
Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.

Tuesday, December 15, 2009

Respuesta de Obama a carta de Concordia

THE WHITE HOUSE
WASHINGTON
December 8, 2009

Dear Friend:

Thank you for taking the time to share your views on Cuba. I appreciate your input and thoughts on this issue.

I am committed to making my Administration the most open and transparent in history, and part of delivering on that promise is hearing from people like you. I take seriously your opinions and respect your point of view on this important foreign policy matter. Please know that your concerns will be on my mind in the days ahead.

Thank you again por writing. I encourage you to visit WhiteHouse.gov to learn more about my Administration or to contact me in the future.

Sincerely,

Barak Obama

Monday, December 14, 2009

Memorias al Rojo Vivo (I)



Ariel Hidalgo


Mi familia, que había participado activamente en la lucha contra la dictadura, se desilusionó desde los primeros años con el curso tomado por el proceso revolucionario y partió al exilio. Yo, impedido de tomar el mismo rumbo por la edad militar, fui llamado a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Luego estuve tres meses fugitivo, fui atrapado y encarcelado. Y cuando la UMAP fue disuelta y fui liberado, me encontré prácticamente solo. Hasta mi novia, con quien tenía planes de boda, había partido. En todo ese tiempo había leído y reflexionado mucho. Me había entusiasmado aquella gran proeza de la campaña de alfabetización y veía muy positivo que los servicios de atención médica y educación extendidos hasta los lugares más recónditos del país, se hubiesen puesto al alcance de todos. Por otra parte, lo que más me molestaba era la imposición de un modelo cultural unidimensional donde determinadas manifestaciones artísticas, religiosas o filosóficas eran censuradas, o incluso estilos de vida, mirados con menosprecio. Si te gustaba la música americana, o eras religioso, o usabas el cabello largo o pantalones estrechos, te calificaban de “pequeño burgués”. Me sentía como un ateniense entre espartanos, o como un científico renacentista en medio de amenazas inquisitoriales. Y a pesar de todo tomé la determinación de permanecer en el país. Consideraba que había que luchar por lo que uno creía y que el proceso podía corregir en la marcha todo aquello que consideraba como desviaciones y errores, pero que había que hacerlo desde dentro. Y me integré de lleno a las organizaciones de masa y al trabajo educativo.


Siendo en los años 70 Secretario General del sindicato en mi núcleo de trabajo de escuelas obrero–campesinas de Marianao, Ciudad Habana, pude comprobar que el papel de las secciones sindicales, agrupadas en la CTC, era casi exclusivamente el de movilizar a los trabajadores en las diferentes tareas y actos convocados por el Partido, o como se decía entonces, “poleas de transmisión del destacamento de vanguardia”. Era lógico pensar que si los trabajadores eran finalmente los dueños de fábricas, bancos, comercios y centros de servicios como se decía en discursos, círculos de estudio, conferencias y por todos los medios de difusión, no había que defenderlos ya de sus antiguos patrones capitalistas. Sin embargo, yo escuchaba constantemente entre mis alumnos quejas que reflejaban evidentes contradicciones entre las administraciones y los operarios de los diferentes centros laborales.


Por entonces estudiaba Licenciatura en Historia en la Universidad de La Habana, publicaba artículos historiográficos en varias revistas sobre el movimiento obrero y el desarrollo de las ideas sociales y políticas en Cuba, y mi libro Orígenes del Movimiento Obrero y del Pensamiento Socialista en Cuba se incluía como bibliografía suplementaria en casi todas las carreras de letras en las universidades del país, por lo que estaba muy familiarizado con las diferentes doctrinas y propuestas socialistas y anarquistas de los albores de la República, algunas bajo la influencia de revolucionarios españoles, en particular de Madrid y Barcelona. Pero sobre todo me habían llamado la atención las referencias de José Martí -numen de varias generaciones de revolucionarios cubanos-, acerca de estas ideas, en específico su crítica al ensayo La Futura Esclavitud de Herbert Spencer, quien condenaba la tendencia de la sociedad hacia un sistema caracterizado por “el despotismo de una burocracia organizada y centralizada” [1].. A diferencia del inglés, sus reflexiones no las hacía desde un plano de adversario ideológico liberal, sino de alertar sobre posibles peligros de una sociedad “socialista”, como el probable encumbramiento de una casta de burócratas y el surgimiento de una nueva forma de servidumbre para el ciudadano. “De ser esclavo de los capitalistas…-advertía- iría a ser esclavo de los funcionarios” [2].. Luego volvía a referirse a esos peligros en carta a su íntimo amigo Fermín Valdés Domínguez, a quien elogiaba por sus simpatías hacia los movimientos de lucha por la justicia social, pero añadía que, no obstante, “los errores de su forma no autorizan a las almas de buena cuna a desertar de su defensa” [3].


En 1979 mientras estudiaba un post-grado en Filosofía Marxista impartía la misma asignatura en el 12 Grado del preuniversitario Manolito Aguiar. Las preguntas que surgían, tanto entre mis alumnos como entre mis condiscípulos, me llevaron poco a poco a un replanteamiento sobre lo que en verdad estaba ocurriendo en el país y fui sacando mis propias conclusiones. El dueño de una fábrica, de un comercio o un banco, no es un asalariado, y si lo fuera, sus principales ingresos no le llegan de salario alguno sino de las utilidades y es él el que determina quién administra su propiedad. Pero en el caso de los trabajadores cubanos, ¿cómo concebir un propietario cuyo único derecho es recibir de su empresa un exiguo salario, y ni siquiera tiene la facultad de elegir a sus propios administradores? Por el contrario, se ve sometido a una administración impuesta desde altas esferas y que por tanto tiene facultades y poderes de la que él carece. Aplicando la definición leninista sobre clases sociales de “grandes grupos humanos que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan con respecto a los medios de producción”, se me revelaba con claridad la diferencia entre ambos grupos. Los trabajadores eran, nominalmente, los propietarios, pero lo determinante no era la propiedad, sino la posesión directa sobre esos medios y esa posesión la ostentaba otro grupo humano.


¿Cómo habíamos llegado a esa situación? Como en el capitalismo los trabajadores no podían por sí mismos lograr el control de las riquezas, necesitaban de un Estado revolucionario encargado de expropiar a las clases poderosas, pero una vez que esos medios pasaban a manos de ese Estado, éste requería de un ejército de funcionarios capaces de asumir el papel que antes desarrollaban capitalistas y terratenientes para hacer que dichos medios se pusieran en función de los trabajadores, y una vez que estos funcionarios asumían ese control, se generaban nuevos intereses y nuevas relaciones de producción. Independientemente de la buena o mala voluntad de la máxima dirigencia, una vez creado ese nuevo estamento, ya era incapaz de controlarlo, porque aún cuando oficialmente estuviera bajo la fiscalización del gobierno y del Partido, estos dos últimos pertenecían a la esfera de la superestructura política, mientras que esa burocracia era parte de la nueva base económica, y como en última instancia la base determina sobre la superestructura y no a la inversa, ese gobierno y ese partido eran incapaces de detener la corrupción y las arbitrariedades de esa burocracia, por muchas fiscalizaciones, auditorías e investigaciones que realizara para detener desvíos y faltantes de productos de un inmenso tráfico clandestino. Podían destituir a diez, cuarenta o cien funcionarios, pero en general, no podían prescindir de decenas de miles que en conjunto conformaban ese poderoso sector.
Esto implicaba la necesidad de una segunda revolución, pero esta vez muy diferente, porque si antes se habían expropiado a miles de grandes propietarios privados, ahora se trataba de uno solo, el Estado; o dicho de otra forma, el Estado, que hasta ahora había sido depositario de riquezas pertenecientes al pueblo, debía delegar esas funciones en los colectivos de base. El pueblo debía convertirse, de propietario formal en propietario real.


Los apuntes fueron tomando forma de libro y aún no tenían título –aunque sabía que la palabra “Estado” era clave- cuando se desataron la crisis de la Embajada del Perú y el éxodo masivo del Mariel. A mí particularmente me repugnaron los excesos de los que entonces fui testigo: turbas que secuestraban en plena calle a personas que habían decidido vivir fuera del país para colmarlos de improperios y ensañarse en ellos, algunas veces casi hasta el borde del linchamiento público, y el asedio o allanamiento de sus hogares sin importar que dentro hubiesen niños o ancianos. Aquellos hechos no me hubieran impactado tano si no hubiera sido porque en la mayoría de los casos se realizaban con la tolerancia y hasta el beneplácito de las autoridades cubanas, algo que violaba, incluso, leyes fundamentales de la propia Constitución Socialista aprobada cuatro años antes. Supuestamente yo debía, como profesor de una asignatura política, encabezar los actos de repudio contra profesores o alumnos de mi centro que tomaban la determinación de emigrar, decisión que yo consideraba un derecho legítimo aún antes de leer la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Muy por el contrario, me solidaricé con algunos de mis vecinos que yo sabía eran personas decentes. Para mí el hecho de que hasta hace poco se hubieran recibido con tanta condescendencia a las personas exiliadas en los primeros años y ahora se tratara como a criminales a quienes tomaban la misma determinación, no tenía ni pies ni cabeza.


El resultado fue mi expulsión, no sólo de mi cátedra como profesor, sino también de la Universidad como estudiante, e incluso mi salida definitiva del Ministerio de Educación. A todo esto siguió un registro de mi vivienda durante varias horas por agentes de Seguridad del Estado -algo muy traumático para mi esposa y mi pequeña hija-, la ocupación del manuscrito y mi detención en el centro de Villa Maristas. Pero no fui procesado y mi detención duró sólo tres días. En ese momento mi libro sobre el movimiento obrero se estudiaba, incluso, en la Escuela Nacional del Partido. No hacía mucho había sido galardonado por la Universidad de Panamá debido a mi ensayo José Martí y las Pretensiones de Predominio Yanqui sobre el Istmo de Panamá. Y aunque no se me había permitido viajar a ese país para recibir el premio, había sido honrado con un acto en el teatro Mella como el más destacado miembro de la sección de Literatura de la Brigada Hermanos Saiz junto a los dos galardonados de las secciones de Pintura y Música y habíamos recibido las felicitaciones de los más prominentes figuras de la cultura cubana, como Nicolás Guillén, Onelio Jorge Cardoso y Roberto Rodríguez Retamar entre otros.


Durante tres días seguidos, un mayor que se hacía llamar Roberto Ricard mantuvo conmigo una discusión bastante sosegada sobre mis diferencias. En general parecían alarmados de que yo hubiera realizado la crítica del sistema político cubano aplicando la propia metodología marxista. Le dije que yo no creía ser el único, sino, todo lo más, el primero, y que detrás de mí, más tarde o más temprano, vendrían otros muchos.

[1] Herbert Spencer: “La Esclavitud Futura”. http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/derecho/spencer/3.html.
[2] José Martí: “La Futura Esclavitud”. Obras Completas, Edit. Nacional, t. XV.
[3] José Martí: Carta a Fermín Valdés Domínguez, Nueva York, mayo 1894.

Monday, November 30, 2009

Cuba: ¿qué esperar de la Reunión del Gobierno con la Emigración?


Por Haroldo Dilla Alfonso

Los vientos que corren desde La Habana hablan de violencias contra opositores pacíficos, contracciones económicas, reducciones del ya bastante exiguo consumo popular y, casi como quien no quiere las cosas, de una nueva reunión del gobierno cubano con sectores de la emigración.

Estas reuniones no son nuevas. Han sido celebradas desde los 70s con llamativos títulos que hablan de encuentros de la “nación” con la “emigración”. Dos vocablos que para el caso resultan eufemísticos, irreales y cínicos. Primero, porque la emigración es parte de la nación aunque el gobierno cubano se esmere en negarlo, convirtiendo a los cubanos migrantes en desterrados sin derechos en la tierra en que nacieron. Segundo porque ningún gobierno es la nación, menos aún cuando se trata de una camarilla gerontocrática y autoritaria que se niega a someterse al veredicto de las urnas. Tercero, porque los convocados y admitidos por el gobierno cubano para estos encuentros son en ocasiones sus propios activistas residentes en el extranjero, como sucedió en la fantochada que tuvo lugar en La Habana hace un año. En el mejor de los casos, personas honestas, pero sobre todo confiables para el gobierno cubano. Es decir, personas que conocen y se atienen a las reglas de lo políticamente correcto cuando se habla con La Habana.

Ahora la noticia llega desde un periódico mexicano que entrevistó a un empresario y político cubano radicado en Miami que durante décadas ha ligado tanto su corazón como su bolsillo a estos contactos. Según esta fuente (con seguridad bien informada) la nueva reunión “nación-emigración” podría ser convocada entre el 27 y el 29 de enero con una agenda indefinida que él asume debe contemplar la ampliación de los derechos de los migrantes en Cuba, tales como la compra de viviendas y de seguros médicos y el otorgamiento del perdón a los balseros de 1994, a los que aún el gobierno cubano no permite visitar la isla, es decir al país en que nacieron.


Ciertamente, pasos positivos, como también es positivo que el referido empresario se dedique a ello, pero creo que son pasos dados en una dirección que no conduce a una solución, sino a la permanente complicidad con la indignante política del gobierno cubano en este tema.
Para el gobierno cubano no resulta un problema abrir espacios de comunicación con una “emigración” dócil y dispuesta a comprar servicios, inmuebles y enviar remesas, es decir una emigración vista como una fuente de dinero para paliar el hambre financiera producto de su dogmatismo e incompetencia. Una emigración que financiaría así al mismo proyecto de poder que le niega sus derechos elementales como cubanos y cubanas.

Si los cubanos emigrados quieren ser respetables en este juego, no tienen otra opción que reclamar sus derechos legítimos como cubanos al mismo nivel en que hoy se legisla en el plano mundial: en principio, el derecho a entrar y salir libremente del país en que nacieron y a vivir en él si así lo deciden. Y al mismo tiempo, no queda otra opción, exigir esos mismos derechos para los ciudadanos cubanos residentes en la isla, que hoy requieren permisos para viajar fuera de Cuba, por los cuales, además, deben pagar precios altísimos, monetarios y morales.

Una vieja técnica de negociación indica que un resultado es bueno cuando los acuerdos obtenidos corresponden con las segundas mejores opciones de cada parte. Los resultados obtenidos durante décadas de negociaciones entre migrantes y gobierno cubanos han distado mucho de este efecto óptimo, posiblemente porque a pesar de la buena voluntad de los migrantes, en años anteriores la disparidad de fuerzas era abrumadora. Pero hoy es diferente. Si se trata de una negociación seria –y no de una payasada enmascarante organizada por el gobierno cubano como en 2008- no nos queda más remedio que alzar el listón.

De lo contrario vamos a seguir haciendo lo de siempre: financiando al gobierno cubano y enterneciéndonos de gratitud cuando nos dejan pasar por el aeropuerto sin decomisarnos la mitad de la maleta. Ellos con su primera mejor opción y nosotros con un programa mínimo casi reducido al derecho a sonreír cuando nos apalean.

¡Es Hora de devolver Guantánamo a Cuba!


Lorenzo Cañizares y Rolando Castañeda*


Por años hemos apoyado decididamente el pleno restablecimiento de las relaciones entre EE.UU. y Cuba para un mejor e integral desarrollo de la isla en el cual el tema de Guantánamo es un elemento esencial. Además, dado los vaivenes de la política interna estadounidense, la administración Obama constituye una oportunidad excepcional, realmente inimaginable en los años anteriores del presente siglo. Consideramos que el momento es oportuno y propicio para que la Base de Guantánamo sea devuelta a la nación cubana. Ello beneficiaría tanto a EE.UU. como a Cuba.

A EE.UU. le brindaría el prestigio político y diplomático de la adherencia y cumplimiento de sus nuevos planteamientos internacionales.

Cerrar el centro de detención en Guantánamo y devolver la base a Cuba, sería considerado internacionalmente como una acción fundamental de buena voluntad que sustentarían las promesas de la administración de Obama de un nuevo trato hacia Cuba y America Latina, y ayudaría a la vez a restaurar la imagen y credibilidad estadounidense ante la comunidad internacional tan erosionada por las deplorables prácticas de derechos civiles y humanos de la administración de George W. Bush.

Eliminaría la vergüenza colonialista de ocupar por la fuerza parte del territorio de un pequeño país vecino por más de un siglo con la pretexto de haberlo ayudado a lograr su independencia nacional.

La Bahía de Guantánamo ha estado en posesión de EE.UU. desde 1903, por la imposición a la nación cubana de la Enmienda Platt, una ley del Congreso de EEUU añadida a la 1ª Constitución Política cubana a principios del siglo XX, bajo la coerción que de no aceptarse la isla permanecería ocupada militarmente. También le dio a EE.UU. el derecho de intervenir política y militarmente en los asuntos cubanos cuando lo estimara pertinente, como lo hizo errada y reiteradamente.

El territorio de la Bahía de Guantánamo fue transformado en la base naval de Guantánamo, la cual hoy día es la base militar más antigua que EE.UU. posee fuera de su territorio nacional. Su territorio de 117.6 kilómetros cuadrados es igual en tamaño al corazón de la ciudad de Nueva York en la isla de Manhattan.

Es importante destacar la tendencia global de respetar los derechos soberanos de las naciones y su integridad territorial, que EE.UU. lideró e impulsó decididamente después de la Segunda Guerra Mundial. Ejemplos recientes de dicha tendencia son que Inglaterra devolvió Hong Kong a China en 1997; Portugal, Macao a China en 1999; y EE.UU., el canal a Panamá en el 2000.

Asimismo, actualmente existe una clara predisposición en la política mundial de defender principios fundamentales y de resolver conflictos mediante la negociación y la diplomacia, lo cual permitiría optimizar las posibilidades de ponerle fin a este deshonroso episodio en la historia de las dos naciones.

También la Base está asociada mundialmente con reprobables actos de tortura, violaciones a los derechos humanos fundamentales y a los convenios internacionales sobre el trato de prisioneros políticos y de guerra que no hubieran sido tolerados en el territorio nacional estadounidense y cuya evidencia ha permanecido en secreto a pesar de las promesas hechas de divulgarlas por la nueva administración del presidente Obama.

El congresista John Murtha, demócrata por Pennsylvania, ha declarado que el centro de detención de Guantánamo no es simplemente una cuestión de tanques y artillería, sino un real desafío a la fibra moral y ética de la nación estadounidense.

El cierre del centro de detención en Guantánamo no es un tema partidista en EE.UU. Dos destacados y respetados políticos republicanos, el senador por Arizona y excandidato presidencial John McCain y el senador por South Carolina Lindsey Graham, han hecho público su apoyo al cierre del centro de detención de Guantánamo.

Según Fidel Castro, la base humilla a Cuba, como un cuchillo en el corazón de la dignidad y soberanía del pueblo cubano. Muchos compatriotas, incluso de la oposición, apoyan este punto de vista y sienten que el momento ha llegado de ejercer nuestro derecho moral y legal de demandar su devolución.

La nación cubana, en la isla y en la diáspora, debe unirse decididamente para aprovechar esta ocasión histórica excepcional y fomentar la Unidad Nacional para la recuperación de lo que es nuestro. Esta postura facilitaría al presidente Barack Obama justificar la devolución de la base de Guantánamo a la nación cubana.

Devolverle a Cuba el territorio ocupado de Guantánamo, ofrece una oportunidad única para emprender un nuevo camino y reorientar la política exterior estadounidense. No se puede exigir a otros países lo que EE.UU. no está dispuesto a cumplir.

¡El momento es hoy, no mañana!


*Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.

Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C.

Monday, November 9, 2009

Cuba y la Libertad de Movimiento

El pasado 6 de noviembre, los activistas Juan Antonio Blanco y Siro del Castillo expusieron ante la Comision Interamericana de Derechos Humanos -en nombre de un grupo de cubanos- sobre el tema de los permisos de circulacion para salir, entrar y residir en Cuba.Ademas de la presentacion se entrego a la CIDH una carpeta con la legislacion cubana y otros documentos vinculados al tema.


http://www.oas.org/en/media_center/videos.asp?sCodigo=09-0286&videotype=&sCollectionDetVideo=5

Cuba: Algo más que un simple Chancleteo



por Haroldo Dilla Alfonso


El sistema político cubano se llena de incidentes que indican tanto las inquietudes sociales subyacentes como la arrogancia intolerante de su clase política y sus intelectuales subsidiarios. Y van marcando algunos tonos de una sociedad netamente post-revolucionaria.

Chancleteo en Cuba hace alusión a una discusión de baja estofa, de malos modales, carente de la elegancia que los intelectuales gustan presumir. Es, por supuesto, una referencia elitista y arrogante, toda vez que la chancleta es la prenda de calzado ligero que usan los habitantes de las inmensas cuarterías habaneras, donde vive la gente más pobre y menos educada. La chancleta y el chancleteo son regularmente subproductos sociales de las clases populares, justo las que los intelectuales estudian y dicen admirar como signos de la cubanidad, pero de lejos.

Ahora sucede que un conocido intelectual cubano, director de la prestigiosa revista Temas, ha llamado al debate critico que promueven los blogueros cubanos –regularmente ubicados fuera de lo “políticamente correcto” en el sistema cubano- un “ciberchancleteo”, y en consonancia ha endilgado a sus sostenedores el epíteto de “chancleteros”. Lo hizo en una universidad de Miami, donde nadie lo atacó y todo el que quiso pudo entrar y opinar respetuosamente.

La respuesta de los blogueros no se hizo esperar y un grupo de ellos intentó entrar a un debate sobre internet organizado por la revista Temas en La Habana. El debate había sido anunciado como público, pero el acceso les fue prohibido. Solamente uno de los blogueros pudo entrar, pero fue la persona más conocida entre ellos: Yoani Sánchez. Entró teatralmente disfrazada, arremetió fieramente contra los argumentos oficiales que ligan la falta de acceso a internet con el bloqueo/embargo y revalidó orgullosamente la condición de chancletera como parte de su origen popular habanero. Lo que se llama en el béisbol dar nueve ceros.

Sin lugar a dudas como viene haciendo desde hace meses, Yoani ganó. Ya lo hizo cuando interpeló públicamente a la hija del General/Presidente durante una charla creo que en el Museo de Bellas Artes, a Mariela, la relacionista pública del Clan Castro, y la obligó a repetir tonterías sin sentido durante algunos minutos. Y luego, lo que fue aun peor, a escribir una carta descalificando a su contrincante con la usual perorata sobre los “mercenarios al servicio del imperialismo”. Ahora Yoani batió al director de la Revista Temas, quien fue obligado a circular por internet una nota diciendo que donde dijo “Diego” quiso decir “Digo”, al mismo tiempo que recibía todo tipo de desaprobaciones e insultos desde el ciberespacio de los exiliados cubanos, que es, como casi todo lo que tiene que ver con Cuba, polarizado y exaltado.

Desde mi punto de vista, quitando los arrebatos pasionales del medio, lo que ha sucedido ahora, como lo que sucedió cuando Yoani interpeló a Mariela Castro, es un ejemplo de que la sociedad cubana transita por una fase final de su etapa post-revolucionaria, es decir una fase en que la revolución (terminada esencialmente en 1965 y agotados sus efectos desde 1990) deja de ser siquiera una referencia temporal y se dibujan escenarios que incluso prescinden de los octogenarios que, en cama o de pie, siguen tratando de gobernar a la sociedad, cada vez con mayores dificultades. Tanto la revista Temas como el famoso blog de Yoani son productos culturales post-revolucionarios como también lo es aunque no me detengo en ello ahora, la hija del miasmático general/presidente cubano. Solo que lo son de diferentes maneras, y es posible que también imaginen de maneras diferentes al mejor de los mundos posibles.

El director de la revista Temas es un sólido intelectual cubano, que tiene a su haber méritos innegables como han sido colocar en el debate intelectual nacional temas relevantes, romper obstáculos para la comunicación con la academia norteamericana y mantener un espacio tan importante como la propia revista Temas. Y lo ha hecho siempre desde un sofisticado eclecticismo teórico donde el marxismo nunca fue un ingrediente importante. Esto último lo convirtió en un socio dilecto de la academia norteamericana y cubanológica, y por ello ha entrado exitosamente en la élite cultural cubana pero también ha pagado sus precios. Y quizás el precio mayor que paga es ser parte de ese pacto político que se condensa en la UNEAC y en el Ministerio de Cultura y que otorga a los intelectuales adscriptos el derecho a viajar, hacer dinero, decir algunas herejías y tener una dirección electrónica, a cambio de que no transgredan ciertos límites, y en especial de que no intenten trasladar sus patéticos privilegios al resto de la población cubana.

Al atacar a los blogueros y al debate que promueven, el director de Temas paga un peaje de fidelidad política implícito en el pacto que el conoce bien. Pero al mismo tiempo defiende el espacio crítico y analítico de su negocio intelectual, al que promueve en cuanto lugar visita como una revista pluralista, libre y abierta a todas las tendencias, una suerte de ensoñación post-revolucionaria que logra capturar el ingenuo corazón de la academia liberal norteamericana que anida en instituciones como LASA.

Yoani, por su parte, es una construcción permanente. Se construye ella misma con una habilidad y un coraje sorprendentes, un día mostrando la humildad de la Madre Teresa de Calcuta, y al siguiente la agresividad mística de Juana de Arco, según las circunstancias. La construyen sus detractores, endilgándole epítetos tan procaces y ofensivos que mueven a la simpatía con la agredida aún cuando no estemos de acuerdo con ella. Y la construyen quienes la dotan de un blog transnacional y la llenan de medallas internacionales (en su mayor parte provenientes de la derecha mundial, personeros de Ratzinger incluidos) que sin lugar a dudas pudiera merecer su talento en el futuro, pero por el momento no su obra.

Yoani Sánchez es la figura emblemática de un nuevo tipo de oposición política que da aire a los agotados disidentes tradicionales. Su blog es leído por miles de personas, aunque imagino que muy pocas de ellas son cubanas que viven en Cuba, donde el acceso a internet es un ave rara. Sus mensajes son de una simplicidad dulzona y una redacción nada memorable, pero reconozco que Yoani no escribe para mí, ni creo que le interese hacerlo. Sus temas, que recrean difusos escenarios de vida cotidiana, van dirigidos a una juventud intoxicada de consignas políticas trascendentales y que aspira a un lugar más discreto durante sus breves pasos por el planeta. No promete futuros brillantes, sino presentes hedonistas. No escribe para el intelecto, sino para la emoción. Su mensaje es genuinamente post-revolucionario.

Pero en este “chancleteo” Yoani rescata dos ideas que son vitales para el futuro de Cuba. Ante todo, el derecho de ella, de sus amigos y amigas blogueros y de los varios millones de cubanos (exiliados incluidos) a vivir en su país, opinar libremente y obrar en consecuencia. En segundo lugar, el deber que tienen los que detentan las posiciones de poder a abrir los espacios públicos a todas esas opiniones, sobre todo cuando esos mismos funcionarios han usado espacios públicos –en este caso nada más y nada menos que una universidad de Miami- para descalificar torpemente a quienes ya sufren la represión y la estigmatización de ese poder.

No creo que el director de Temas haya dicho nada digno e inteligente, y francamente no creo que pueda decirlo en esta coyuntura. Quizás sea el momento para recordar que en la política, como en la música, el silencio tiene un valor. Y seguir haciendo su valiosa revista Temas, aunque Yoani no pueda publicar en ella.

Ni yo tampoco. Con la desventaja que yo no tengo un blog anunciado en 13 idiomas.

Monday, October 5, 2009

Contradicciones que resolver



Por Lorenzo Cañizares y Rolando Castañeda
Antes de iniciar un movimiento hacia adelante sobre el porvenir de nuestra patria con la buena voluntad de la mayoría de nuestros compatriotas, el gobierno cubano tiene que decidir cómo se enfrentará al futuro. En las pasadas celebraciones del 26 de julio en Holguín se veían las figuras de Fidel y Raúl Castro con los brazos extendidos hacia al cielo bajo las palabras “La vigorosa y victoriosa revolución se mantiene marchando hacia adelante.” Obviamente, esto es un residuo de la intransigencia y triunfalismo irrealista del “socialismo real” que todavía permea la mente de muchos en la dirigencia política del país. Esa actitud está en franca contradicción con el reconocimiento por el presidente Raúl Castro sobre la realidad en que se encuentra la economía nacional.
Raúl Castro ha culpado la mentalidad existente dentro de la isla por la cual “Dos más Dos son Tres” como criterio esencial de los problemas que enfrenta Cuba hoy en día. Nosotros estamos de acuerdo con la candidez expresada por Raúl. Los problemas existentes tienen esencialmente que empezar a ser resueltos con realismo y pragmatismo dentro del gobierno cubano. Esa resolución y actitud puede proveer el entusiasmo necesario, particularmente a la juventud, para enfrentar las serias dificultades que enfrenta nuestra nación que han sido acentuados por las huracanes del 2008 y la crisis mundial del 2008.2009, pero que también tienen otras causas como planteó Raúl Castro el 26 de julio del 2007.
Como lo han analizado muchos intelectuales y académicos de la isla, estamos de acuerdo que Cuba tiene que cambiar el viejo modelo imperante llamado “Socialismo Real” hacia uno que permita atender y satisfacer adecuadamente la multitud de problemas de la población que un sistema dogmático, intransigente y burocrático ha creado. Este sistema todavía mantiene las características del antiguo modelo soviético, cuyo estado tenía el control total de la economía, centralizando los recursos y las decisiones y fijando unilateral y caprichosamente los precios y los salarios.
Tal vez esta reflexión nos lleva a considerar la principal razón por la cual se pospuso el Congreso del Partido Comunista Cubano (PCC). No cabe duda que la paupérrima situación económica es la causante, pero vale la pena explorar que existe un quebranto dentro del Partido. En momentos cuando el país necesita un liderato decidido, creativo y eficiente, todo parece indicar que el PCC está sufriendo una crisis ideológica y de definición estratégica dentro de su seno que impide encarar con decisión un desarrollo nacional eficiente.
¿Qué hay detrás de esa diferencia ideológica y de definición estratégica? En primera instancia, están los seguidores del “Socialismo Real” los cuales se apoyan en esa visión para asegurarse del control político y burocrático, mientras siguen disfrutando de privilegios que no están al alcance de la población, a pesar de carecer de un plan estratégico que combata los problemas económicos que el país enfrenta y sufre la población. Por otro lado, están los que reconocen los problemas y están dispuestos a tomar los riesgos de mejorar la economía nacional mediante la adaptación de métodos económicos más inclusivos, participativos y descentralizados, ya exitosos en otros países socialistas como China, Vietnam y Laos.
¿Dónde estamos? De acuerdo al gobierno cubano, se celebrará posteriormente una conferencia nacional para elegir un nuevo liderato en el PCC que incluirá su comité central, el politburó y los secretariados para planear el nuevo congreso.
Según la visión de Raúl Castro, la transformación económica que Cuba necesita sólo podrá ser concebida estudiando las mejores experiencias del resto del mundo, y tomando como referencia el ejemplo establecido por los modelos chino y vietnamita. Y también nos recuerda que él fue elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo.
El distinguido y sensato economista cubano Oscar Espinosa Chepe, quien estuvo preso varios años en la isla, señala al dirigirse al presidente cubano Raúl Castro “El problema no radica en pedir opiniones sobre un discurso realista (refiriéndose al que Raúl pronunció el 26 de Julio de 2007), entonces esperanzador, para después engavetarlas. Se necesita un debate efectivo, donde participen todos los ciudadanos, comunistas y no comunistas, creyentes religiosos y no creyentes; un debate sin exclusiones en el que puedan participar los compatriotas residentes en el extranjero que también tienen deberes y derechos como cubanos. Un debate para elegir el modelo de sociedad democrática que requiere con urgencia el país. Sin esquemas preconcebidos y gastados, sin prejuicios aburridos, que responda a los tiempos en que vivimos, para sentar las bases para una sociedad “con todos y para el bien de todos.”
El presidente cubano frecuentemente hace mención de las dificultades que sufre el pueblo cubano por el embargo. Asimismo se ha expresado con agrado sobre la reanudación de las conversaciones sobre la migración que fueron suspendidas durante la administración de Bush. También han sido muy promisorias las visitas a Cuba del gobernador de New Mexico Bill Richardson y de la subsecretaria de asuntos hemisféricos de Departamento de Estado Bisa Williams.
El embargo continúa siendo un arma de doble filo donde ambos lados pierden. Por ejemplo, Estados Unidos pierde la posibilidad de incrementar la venta de sus productos agrícolas, tales como arroz, trigo y soya que son vendidos por países como Canadá, Argentina, Brasil aun más lejos. Cuba pierde la posibilidad de comprar a un país que se encuentra 90 millas de sus costas.
Políticamente hablando, el mantener una postura de oposición al embargo logra que muchos dentro de la isla comprendan y reconozcan que no todos los cubanos de la diáspora tenemos una posición hostil y de aislamiento y que tenemos un claro deseo de participar en la reconciliación nacional y en el desarrollo del país. Por consiguiente, eso ayuda a que empecemos a romper los muros que nos separan y que impiden que comencemos a trabajar juntos en asuntos de común interés que tarde o temprano habrá que enfrentar.

*Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.
Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C.

Saturday, October 3, 2009

El Concierto de la Concordia



Ariel Hidalgo
“Es hora de cambiar la mente de todos: el odio por amor”, cantaron en dúo Juanes y Miguel Bosé delante de más de un millón de cubanos -más que cualquiera de las concentraciones políticas multitudinarias de los últimos cincuenta años en esa misma plaza-, que aplaudían, alzaban sus brazos, gritaban, bailaban, reían y lloraban, todo un pueblo que esta vez no acudió por amenazas, ni con doble moral, ni forzados en ómnibus desde centros de trabajo, sino movidos de ardiente entusiasmo. Se habló de perdón, de libertad, se proclamó que la familia cubana era una sola, y se pidió a la juventud que no tuviese miedo. Frases como éstas estremecieron a muchos cubanos que escuchaban tanto en la plaza como frente a sus televisores, tanto en Cuba como en la diáspora. Por el celular recibí este texto desde Ecuador: “Estuve todo el tiempo llorando como una boba”. Era mi hija. Y una amiga que el día antes había rechazado el proyecto Paz sin Fronteras, expresaría tras el evento, aún bajo los efectos de la impresión: “Confieso que me equivoqué”.

La discordia quedó sólo para pequeños grupos de ambas orillas del Estrecho: aquellos que insultaron a los organizadores y rompieron discos con martillos y aplanadoras, y esos otros que, contando con la fuerza, intentaron imponer barreras y amenazaron con la cárcel a numerosos disidentes. “Medidas preventivas”, decían, cuando la más eficaz de las prevenciones era no haber frustrado los anhelos y esperanzas del pueblo. Una vez más se demuestra que la solución cubana no viene por los abruptos senderos de la política. Si sólo sabes de política, ni de política sabes. Los gobiernos pueden cambiar las instituciones, pero el amor y el odio no pueden ordenarse por decreto. Y todo lo que se construya que no tenga cimientos en el alma de los pueblos, será tan endeble y efímero como el rocío del amanecer que se evapora con el sol y el viento.

En cambio, los artistas participantes de diversos países y la marejada de pueblo que colmó la inmensa plaza, traspasaron la epidermis del conflicto hacia las verdaderas raíces de la realidad, la conciencia colectiva, el alma nacional, para quedar estrechamente conectados por invisibles lazos y vibrando con las palabras mágicas de paz y perdón. Juanes y los demás artistas invocaron lo único que podrá salvar al pueblo cubano: el amor. Así se demostró que la causa de la libertad de Cuba, defendida por los políticos, cuyos caminos tropezaban con muros insalvables, puede ganar terreno por vías subterráneas, y esto pueden lograrlo los músicos y los poetas.

La gran plaza era el lugar ideal. Era preciso comenzar por ahí la sanación del alma nacional, llevar a cabo el gran exorcismo: tornar las malas vibraciones de odios y rencores en otras de reconciliación y fraternidad. Y lo que había que pedir era justamente lo que se pedía, paz, porque hay contiendas silenciosas no declaradas de las que no se dan partes de guerra, pero que los pueblos sufren a veces por décadas y, como en nuestro caso, medio siglo. La libertad es fruto que sólo da el árbol de la paz. Sin paz no hay libertad. Cuando hay guerra, aunque no atruenen cañones, ni sangre se derrame, pero el clima sea de miedos y tensiones, de insultos y amenazas, las excusas germinarán para coartar todas las libertades, como mala yerba en torno a la buena simiente. Incluso las pretendidas libertades que supuestamente generan las llamadas guerras de liberación, aun con todas sus justificaciones, nunca son reales ni duraderas. Detrás siempre llegan nuevos conflictos y otras dictaduras. La guerra más victoriosa es aquella que puede evitarse, aquella que no se libra jamás, no sólo victoriosa para quienes podrían ser vencidos en caso de estallar, sino incluso para los posibles “vencedores”. Porque en ninguna guerra hay victorias, sólo derrotas. La verdadera batalla tiene que darse en el corazón de los seres humanos, y así se entiende el reclamo de Olga Tañón: “Los soldados somos nosotros, pero soldados de la paz”.

Y al igual que paz sin fronteras, debe haber amor sin fronteras, hermandad sin fronteras, solidaridad sin fronteras. Y deben celebrarse conciertos entre cubanos de ambas orillas allá y acá, y también de ambas orillas, encuentros de académicos, de escritores y deportistas -¿por qué no imaginar también “deportes sin fronteras” compitiendo en juegos de la amistad?-, hasta que los muros se derrumben y políticos y gobiernos no puedan seguir manipulando a los pueblos y tengan que ceder ante el paso arrollador de la reconciliación. Quizás entonces podrán juntarse, en un inmenso coro, todas aquellas voces de allá y de acá que no pudieron estar presentes. Y luego hacer, cual símbolo de un pacto entre los hermanos hoy en disputa, un arco iris con todos los colores del diapasón cubano ya en perfecta armonía: el arco iris de la Concordia.

Sunday, September 27, 2009

¡Gracias, Juanes!







Los abajo firmantes, deseamos hacer público nuestro agradecimiento a Juanes por su expresión de amor al pueblo cubano. Igualmente compartimos las opiniones a continuación de nuestras firmas, de tres compatriotas nuestros.

Humberto G. Esteve
Pedro L. Guerra
Marcelino Miyares, Miami, Florida
Mickey Garrote, Palmetto Bay, Florida
Oscar Peña, Miami, Florida
René Hernández Bequet, Kendall, Florida
Arnoldo Muller, Miami, Florida
Carlos Manuel Estefanía, Estocolmo, Suecia
Carmen Gamoneda Artiles, Miami, Florida
Eduardo Ojeda Camaraza, Miami, Florida
Juan Antonio Blanco Gil, Ottawa, Canadá
José L. Martel-Álvarez, Miami, Florida
Tony García, Miami, Florida
Manrique Oscar Iriarte Aguilera, Miami, Florida
Ignacio Gallarreta, Miami, Florida
Héctor Caraballo, Miami, Florida
Ariel Hidalgo, Miami, Florida
Caleb Vega, Lauderhill, Florida
Antonio Gordon, Miami, Florida
Sergio López-Miró, Miami, Florida
Arturo Bosch, Miami Beach, Florida
Eduardo Salvado, Miami, Florida
Adrian Leiva Pérez, Miami, Florida
Yankilé Hidalgo Rodríguez, Quito, Ecuador
Felipe Jiménez, Newark, New Jersey
Yvette G. Murphy
Rafael Warry Sánchez, Miami, Florida
Christiaan López-Miro, Miami, Florida
Marlene Arzola, Miami Beach, Florida
Olga Lastra, Miami, Florida
María Cristina Herrera, Miami, Florida
José Pérez Martín, Miami, Florida
Alfredo Sánchez, Miami, Florida
Gladys Sánchez, Miami, Florida
Graciela C. Catasus, Miami Beach, Florida
Teresita Shelton, South Miami, Florida
Zoa C. Ojeda, Miami, Florida
Armando Garrido, Miami, Florida
Martha Hernández, Miami Beach, Florida
María C. Caraballo, Miami, Florida
Lázaro García Cernuda, Miami, Florida
Tete Machado, Miami, Florida
Rachel Rae Alfonso, Miami, Florida
Ernesto Leiro, Hollywood, Florida
Marina Leiro, Hollywood, Florida
Jorge Leiro, Miramar, Florida
Ana Margarita de Solo, Miami, Florida
Olga Díaz Garrote, Palmetto Bay, Florida
Rosa Ortega, Palmetto Bay, Florida
Héctor Paredes, Bay Harbor, Florida
Angélica Suarez, Miami, Florida
Ana Gutiérrez, Palmetto Bay, Florida
Francisco Torres Dip, Miami, Florida
María Emilia Monzón



Una Ráfaga de Aire Fresco recorrió La Habana
Por Uva de Aragón

Por décadas en Cuba se ha utilizado un lenguaje bélico. Hasta los intercambios de ideas son batallas. Ya sea contra los mosquitos o las antenas parabólicas, siempre se están librando guerras. El domingo pasado en La Habana, Juanes y los artistas que lo acompañaron le cantaron a la paz.

Por décadas, Cuba fue oficialmente un país ateo. En su concierto, Juanes les puso el micrófono a los cubanos para que corearan con él “A Dios le pido”.

Por décadas la familia cubana ha estado separada. Olga Tañón le llevó un recado de Miami a Niurka, una mujer anónima allí en la Plaza, cuyo padre no había podido besarla en 20 años. Y todos los que lo escuchábamos en ambas orillas pudimos entender ese drama humano como una metáfora de un país dividido. Por si alguien no lo comprendió, Juanes gritó que la familia cubana era una.

Por siglos ha habido cubanos presos injustamente. Los hubo durante la colonia española, el Machadato, la dictadura de Batista y en grandes números a partir del 1 de enero de 1959. Los hay ahora. También a ellos les cantó Juanes, como cantó a los secuestrados en las selvas de su Colombia natal.

Por décadas los cubanos han oído un discurso monocorde y oficialista. El pasado domingo escucharon un mensaje de cambio, amor en vez de odio, unión de la familia, tolerancia, esperanza en la juventud. Vibró la música; se acallaron las consignas. El pueblo tomó la Plaza. Bailó y cantó a su antojo Agitó los brazos y los pañuelos. Se bebió las canciones y el amor que llevaron los artistas. Los “muchachos” se sintieron protagonistas. Aquello era para ellos y de ellos. Una joven comentó que le habían devuelto su dignidad.

Vi el concierto por televisión en mi casa. Entre canción y canción hablaba con mis hijas, ambas igualmente emocionadas. Hubiera querida estar en La Habana esa tarde, junto a mi pueblo, cantando con ellos a la libertad. Al día siguiente llamé a mi familia en Cuba y supe que muchos en Miami habían hecho lo mismo. Querían comentar la experiencia compartida de haber disfrutado, en Cuba o en la diáspora, el mismo concierto dirigido a todos los cubanos. No cesan de llegarme mensajes electrónicos de amigos en la Isla igualmente entusiasmados.

Claro que no estaban todos los que son y quizás no sean todos los que estaban. Incluso en el público faltaban opositores a los que no dejaron llegar. Como tantos, sueño con un concierto que incluya a Willie Chirino, Gloria Estefan, Albita, Olga Guillot, Marisela Verena, Gorki, Pedro Luis Ferrer y muchos más. Pero el concierto de Juanes ha hecho que ese día esté más cerca.

Naturalmente que no ha cambiado nada en Cuba. La responsabilidad de esos cambios hacia la Cuba mejor que tanto queremos no es de un cantante colombiano sino de todos los cubanos. Pero yo sentí, pese a las altas temperaturas, que una bocanada de aire fresco recorría La Habana y llegaba hasta mi propia casa. No creo que en la historia de Cuba haya habido un concierto semejante. La música, decía el compositor Sindo Garay, es el arte que más une a los pueblos. Para unirnos y no dividirnos debería servir el concierto de Juanes.

Comprendo, respeto y comparto el dolor de los cubanos en el exilio, pero ese dolor no justifica querer negarles a los de la Isla una tarde de música y baile. ¿O es que se puede contonear el cuerpo en el Festival de la Calle Ocho de Miami pero no en la Plaza de El Vedado? Conciliar la historia es gigantesca labor que tendremos algún día que enfrentar, por lo que conviene que antes aprendamos, ya no solo a dialogar, sino a cantar juntos.

Yo, al menos, desde mi casa, estuve en La Habana con mi pueblo el domingo. Gracias, Juanes. A Dios le pido muchos conciertos más, que la música no sólo une, sino ayuda a sanar las heridas. Nos hace falta esa paz sin fronteras que predicas. Basta ya de violencia y odio. Aprendamos de una vez a cultivar con amor la rosa blanca martiana.




El exilio habló y Cuba bailó
Carlos A. Saladrigas



Tras meses de controversia, Juanes concluyó su concierto repitiendo ``Cuba Libre'' dos veces y gritando emocionado que ``hay una sola familia cubana''. También cantó una nueva (al menos nueva para mí) canción que alude a los vientos del mar que traen ``libertad''. Olga Tañón pregonaba que ``era hora de cambiar'', mientras hablaba de una familia cubana dividida hace más de veinte años. Los orishas cantaron una condena a la demagogia y Juanes le envió un saludo afectuoso a ``Silvio el Libre'', dirigido al hijo disidente de Silvio Rodríguez.


Al buen entendedor pocas palabras. En una dictadura represiva pocas cosas se pueden hablar con claridad, pero mucho se dijo este domingo. Juanes no defraudó al exilio ni a la oposición. El dijo júzguenme después, júzguenme por los resultados. Y ya concluido el concierto, es apropiado hacerlo, en vez de anticipadamente como muchos han venido haciendo desde que se dio a conocer la idea del concierto.


Para algunos en el exilio que se opusieron al concierto, nada los hubiera hecho cambiar de opinión ni los hubiera satisfecho. Estos criticaron también la visita del Papa y aún hoy la siguen criticando. Si bien es cierto que a la mañana después del concierto nada cambió en Cuba, ya que el régimen sigue en el poder y los presos políticos siguen injustamente en sus prisiones, esa es una aseveración poco precisa y constituye un estándar muy alto para exigir y juzgar las iniciativas y eventos que ocurran en Cuba. Usando ese estándar, todo lo que el exilio hace y ha hecho ha sido un fracaso rotundo. Es más, aceptar ese estándar inevitablemente nos estanca en el inmovilismo, ya que prácticamente nada llenaría ese requisito.


Hay un estándar mejor para medir la efectividad de estos eventos e iniciativas y que responde a la realidad de Cuba. Este debe servir a tres objetivos fundamentales que son:
• ¿contribuyen a la reunificación de la dividida familia cubana?
• ¿abren espacios, ventanas y oportunidades para el pueblo cubano y para la oposición?
• ¿ponen el enfoque en el pueblo y en su bienestar?


Una de esas grandes oportunidades fue el enfoque de la prensa mundial sobre este evento. En las historias de otros regímenes totalitarios, siempre se añoraban oportunidades como esta de haber tenido cientos de reporteros recorriendo las calles de La Habana, viendo por sus propios ojos la realidad cubana y hablando con gente en las calles y con los mismos disidentes. Ya veremos aparecer reportajes y artículos en las próximas semanas y meses.


También fue una gran oportunidad de prensa para el exilio. Se habló mucho del reclamo solidario de todo un pueblo: que en Cuba se violan los derechos humanos, que hay cientos de presos políticos, y que el régimen escoge qué cubanos pueden o no entrar y salir de Cuba. Pero a la vez otros lanzaban un mensaje de odio y con lenguaje y simbolismos idénticos a los que usa el mismo régimen cuyas atrocidades denunciamos. El tiempo nos dirá si supimos aprovechar esta preciosa oportunidad con sabiduría o si la aplanadora de Vigilia Mambisa arrasó con nuestra imagen y con nuestro mensaje.


Pero además, algo muy importante se hizo evidente con este concierto y es la creciente desconexión entre el exilio y el pueblo cubano. Casi un millón de cubanos, en su mayoría jóvenes, fueron al concierto y terminaron desbordados de agradecimiento a Juanes. Fue un número mayor de personas de las que jamás asistieron a la gran mayoría de los ya olvidados y maratónicos mítines políticos. La alegría de ese pueblo era palpable en sus rostros, formando un contraste diamétrico con aquellos rostros taciturnos que se podían apreciar en las interminables marchas. Fue un momento de asueto, de alegría y de recreo para un pueblo que pocas oportunidades tiene de hacerlo.


El régimen siempre ha procurado presentar que él y el pueblo son uno y lo mismo. Y necios del exilio le han hecho eco. La gran lección aquí ha sido que el pueblo votó con sus pies, y que no es sostenible para la oposición enajenarse de ese pueblo y tratar de bloquearles las oportunidades de apertura y de despejo que se les presenten. El pueblo no es lo mismo que el régimen y esa debe ser el mantra que rija nuestras posturas y comportamientos.


Así me dijo una persona este domingo: ``El exilio habló y el pueblo bailó''. Cada cual hizo lo que pudo y algo cambió en Cuba. Pasito a pasito se llega a Roma.






Correo electrónico del Padre Fernando E. Hería:

Septiembre 25, 2009

Mis Hermanos Todos:

Hace once años, visite nuestra patria por primera vez desde que era un niño de once años; en los próximos días cumpliré 59 de edad y 48 de exilio, soy veterano del ejército Norteamericano [clase de 1970 al 1972], soy educador, jurista y sacerdote, les recuerdo todo eso porque me considero un hombre de Dios, hombre justo, hombre firme, hombre de carácter fuerte, fuertísimo dirían algunos especialmente en lo que corresponde a las creencias que mis padres me dieron, en ese ethos de familia cristiana que me ha guiado desde que nací: amar al prójimo como nos ama Dios.

Hoy amanecí sentimental. ¡Hoy llore! He llorado a pesar de todo lo fuerte que soy. Llore porque leí algo que pensé era un sueño y les digo que he leído muchos y buenos escritos de los miembros de Consenso, de sus grandes expresiones de cubanía, pero hoy llore, es algo inexplicable, llore por algo que pensé que quizás nunca vería hacerse realidad, hoy llore porque mis ojos vieron el amor de Dios en acción en le prójimo, lo vi, con los ojos de mi corazón, con los ojos de mi alma, hoy Dios me permitió vivir ver el logro de nuestras labores: como con prudencia, perseverancia y respeto, en un espacio sagrado, si podemos hablar, discutir y consensuar RESPETUOSAMENTE nuestros diversos puntos de vista politico-social-economico-cultarar-linguistico-etnico-generacional-etc., ver como en un espacio sagrado damos al mundo lo mejor de nosotros, ese ejemplo de cubanía libre y soberanía tal y como no los enseño el Venerable Hijo de Dios Padre Félix Varela y lo anhelaron nuestros Padres de la Patria, José Marti y Mariana Grajales, hoy he leído sobre el Amor de Dios en Acción al prójimo, hoy deseo expresar mis gracias a Carlos Saldrigas y a todos los otros Carlos Saldrigas no tan renombrados que tanto abundad en nuestras filas de hombres y hembras de Dios, de Patria y de Familia, hombres y hembras CUBANAS donde quiera que estén, ustedes reciban la eterna gratitud de un guajiro cubano de vuelta abajo, de Consolation of the South, que como todos, tanto ama la tierra que nos vio nacer.

Mis Bendiciones siempre en Jesús y María.
P. Fernando E. Heria.

Thursday, September 24, 2009

Muchachos, no tengan Miedo


Juan Antonio Blanco

Un puñado de artistas les coló un gol a todos los que creyeron imposible lo que ocurrió el domingo en Cuba.

Ante un millón y medio de personas se habló de libertad, de presos, del exilio, y de una sola familia cubana. Se saludó desde la tarima a los Aldeanos y a Silvito El Libre cuya actuación fue proscrita por el gobierno. Sobre todo, se instó a los “muchachos” –en un país desgobernado por una gerontocracia-- a que no tuviesen miedo, porque es tiempo de cambiar y el futuro es de ellos. Lejos de asumir que el problema que hay atender es el conflicto bilateral entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, los músicos visitantes centraron sus llamados a trascender el conflicto interno que liquidó la libertad y dividió a los cubanos.

Si los artistas hicieron lo suyo el pueblo hizo el resto. Pese al desvanecido trasporte público, inundó la plaza sin que le pusieran buses desde cada fábrica y centro de estudios como se hace para lograr la asistencia a los actos políticos. Ausentes estaban las tradicionales ventas de refrescos y los regalos masivos de camisetas que el gobierno dispensa a quienes suelen agitar banderitas cuando se les convoca a ese espacio. También se escogió la peor hora de un caluroso verano cubano para ofrecer “generosamente” esa plaza a los músicos. Pero nada desalentó a los habaneros. Saltaron por encima de cercas y barandas y se apropiaron de los espacios reservados en primera fila a privilegiados y porristas. El Ministro del Interior tuvo que descender de su auto y pudo caminar hasta su oficina gracias a la diligente acción de sus soldados.

Los que allí dificultaron el paso de los dioses y elegidos eran jóvenes. Los mismos que sólo piensan en largarse del país sintieron que de algún modo se habían apoderado -aunque fuese por pocas horas- de un espacio propio. La plaza en la que se acostumbra tocar himnos marciales y se ensalza la violencia y la muerte fue tomada por jóvenes que cantaron al amor y a la vida. No gritaron todas las cosas que hubiesen deseado, pero disfrutaron sabiendo que en ese breve espacio de tiempo cada minuto era para ellos. La plaza fue de ellos.

Un sentimiento de reapropiación de la dignidad pisoteada –apenas un instante al que puso fin la seguridad-- recorrió la multitud cuando Juanes y Bosé ayudaron a subir a la tarima a un joven negro que, descamisado, ondeaba una bandera nacional mientras ellos cantaban a la libertad. En ese joven humilde que agitaba orgulloso su bandera se vieron reflejados millones de cubanos, de dentro y de fuera, como la gran familia cubana que evocaron los artistas.

Hoy todo es igual en apariencia. Lo mismo sucedió con Woodstock. Los sismos culturales se hacen sentir en plazos dilatados.

Monday, September 21, 2009

La Trascendencia de la Iniciativa del Gobernador Bill Richardson

Por Rolando Castañeda y Lorenzo Cañizares *

El 20 de mayo del 2008 el entonces candidato presidencial Barack Obama estableció un nuevo y diferente temario sobre Cuba. En él indicó el fracaso de la política del embargo, la cual era más antigua que él, la necesidad de un nuevo trato hacia Cuba, y la inclusión y participación de los cubanoamericanos en el diseño de esa nueva política. El temario lo puso en contexto que suele utilizar de que hay mirar hacia el futuro y no hacia al pasado, y que hay voltear la página para avanzar.

El presidente Obama ya ha adoptado algunas medidas significativas en la dirección que propuso. Entre ellas, eliminar las restricciones a los viajes y el envío de remesas de los cubanoamericanos a la isla, iniciar entre ambos países diálogos bilaterales sobre asuntos de mutuo interés (la migración y el correo postal), reiniciar los intercambios pueblo a pueblo en distintas áreas entre ambos países y permitir inversiones estadounidenses en las telecomunicaciones.

Así el joven presidente está atendiendo un clamor de experimentados políticos de ambos partidos y de académicos independientes estadounidenses que proponen terminar una cada vez más anacrónica reliquia de la Guerra Fría. Específicamente, y entre otros, Madeleine Albright, William Ratliff, Larry Schoultz y George Shultz han planteado iniciar inmediatamente, y sin condiciones previas, el restablecimiento de las relaciones políticas, económicas y financieras entre ambos países. Sus planteamientos están en contraposición al de las medidas calibradas, parciales y que requieren reciprocidad que han recomendado otros, entre ellos, el Informe de Brookings, las cuales de facto le brindan el poder de veto sobre los próximos pasos a adoptar en el proceso a las autoridades y burocracias cubanas o estadounidenses.

En agosto pasado surgió el exitoso negociador internacional, gobernador de Nuevo Mexico y el líder hispano de mayor influencia en el partido demócrata, Bill Richardson., quien viajó a la isla en agosto pasado. Richardson le ha dado un renovado y positivo impulso al proceso de cambios entre ambos países para romper la inercia existente. Se reunió en la isla con Ricardo Alarcón y Dagoberto Rodríguez a quienes conocía cuando fue el Representante de EE.UU. ante las Naciones Unidas.

Previamente a su viaje a La Habana Richardson se reunió con cubanoamericanos e indicó que apoya la línea trazada por el presidente Obama en 2008, lo que contribuirá a dos temas fundamentales para facilitar el restablecimiento de las relaciones entre ambos países: terminar la animosidad entre el gobierno de cubano y la diáspora mediante el diálogo y la reconciliación nacional, así como facilitar la reunificación familiar. La comunidad cubanoamericana favorece crecientemente el cambio de la política estadounidense hacia Cuba, así como la reconciliación nacional; y puede y quiere contribuir al desarrollo nacional. La prensa atribuye a Richardson que ya en 1997 se acercó a nuestro compatriota Bernardo Benes para renovar un diálogo fructífero entre las partes que Bernardo gestó en 1978 y que culminó con las visitas de los cubanoamericanos a la isla y la liberación de muchos presos políticos.

Richardson indicó que EE.UU. debe adoptar medidas para liberar los viajes de los estadounidenses a la isla (deportes, cultura, negocios) y ampliar los contactos pueblo a pueblo para desarrollar la confianza entre los dos pueblos vecinos. Asimismo, que Cuba también tiene que adoptar cambios y ser más flexible en las negociaciones. Es prácticamente imposible pedirle a una parte que realice cambios mientras la otra parte rechaza realizarlos. Tiene que haber reciprocidad. Mencionó como pasos concretos ampliar la movilización de los diplomáticos en los países que residen, amplitud y mayores facilidades en los viajes y contactos pueblo a pueblo y comenzar el diálogo entre el gobierno de Cuba y los cubanosamericanos para lo cual se ofreció posteriormente como mediador.

Richardson resumió la situación existente en una rueda de prensa en La Habana y después en una presentación en la Universidad de New Mexico. En La Habana indicó que EE.UU. no le da suficiente atención al tema cubano pues tiene otras prioridades y que la isla es inflexible en sus posiciones. Sin embargo, señaló, como negociador experimentado y exitoso y líder optimista, que hay un ambiente favorable para comenzar el cambio que tomará tiempo y no es fácil, pero que hay que iniciarlo con pasos concretos de ambas partes. En la Universidad de New Mexico comentó su oposición al embargo y a la prohibición de viajes de los estadounidenses a la isla y se ofreció como mediador para un diálogo entre el gobierno cubano y los cubanoamericanos.

Con la Administración Obama, el Congreso demócrata y ahora la iniciativa de Bill Richardson, Cuba tiene la extraordinaria posibilidad de normalizar sus relaciones con EE.UU. Estas le serían de gran beneficio para expandir sus exportaciones de bienes y servicios, en particular para aumentar de inmediato y significativamente los ingresos por turismo. Asimismo, para movilizar las inversiones requeridas para explorar y explotar los yacimientos petrolíferos en aguas profundas del Golfo de México, el gran potencial turístico proveniente de EE.UU. y las ventas de productos étnicos a la población cubanoamericana situada mayormente en la Florida que ascendió a 1.6 millones en el 2007. Incluso podría sentar las bases para que Cuba recupere la base naval de Guantánamo con su valiosa infraestructura. Todo ello podría reactivar y dinamizar considerablemente la economía cubana que tanto lo necesita para superar la presente crisis.

Por lo anterior, consideramos que las autoridades de la isla y los miembros la diáspora deberíamos darle un fuerte respaldo a la iniciativa del gobernador Richardson, sobre la cual ya informó al presidente Obama, para mediar en un diálogo informal entre las autoridades y los cubanoamericanos y establecer una agenda para desarrollarlo sobre bases sólidas, así como adoptar pasos concretos para el cambio necesario. En más de una ocasión el presidente Raúl Castro ha señalado que respeta las opiniones diferentes y que está dispuesto a discutirlo todo. Esperamos que así sea.

* Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C.
Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.