Por Rolando Castañeda y Lorenzo Cañizares *
El 20 de mayo del 2008 el entonces candidato presidencial Barack Obama estableció un nuevo y diferente temario sobre Cuba. En él indicó el fracaso de la política del embargo, la cual era más antigua que él, la necesidad de un nuevo trato hacia Cuba, y la inclusión y participación de los cubanoamericanos en el diseño de esa nueva política. El temario lo puso en contexto que suele utilizar de que hay mirar hacia el futuro y no hacia al pasado, y que hay voltear la página para avanzar.
El presidente Obama ya ha adoptado algunas medidas significativas en la dirección que propuso. Entre ellas, eliminar las restricciones a los viajes y el envío de remesas de los cubanoamericanos a la isla, iniciar entre ambos países diálogos bilaterales sobre asuntos de mutuo interés (la migración y el correo postal), reiniciar los intercambios pueblo a pueblo en distintas áreas entre ambos países y permitir inversiones estadounidenses en las telecomunicaciones.
Así el joven presidente está atendiendo un clamor de experimentados políticos de ambos partidos y de académicos independientes estadounidenses que proponen terminar una cada vez más anacrónica reliquia de la Guerra Fría. Específicamente, y entre otros, Madeleine Albright, William Ratliff, Larry Schoultz y George Shultz han planteado iniciar inmediatamente, y sin condiciones previas, el restablecimiento de las relaciones políticas, económicas y financieras entre ambos países. Sus planteamientos están en contraposición al de las medidas calibradas, parciales y que requieren reciprocidad que han recomendado otros, entre ellos, el Informe de Brookings, las cuales de facto le brindan el poder de veto sobre los próximos pasos a adoptar en el proceso a las autoridades y burocracias cubanas o estadounidenses.
En agosto pasado surgió el exitoso negociador internacional, gobernador de Nuevo Mexico y el líder hispano de mayor influencia en el partido demócrata, Bill Richardson., quien viajó a la isla en agosto pasado. Richardson le ha dado un renovado y positivo impulso al proceso de cambios entre ambos países para romper la inercia existente. Se reunió en la isla con Ricardo Alarcón y Dagoberto Rodríguez a quienes conocía cuando fue el Representante de EE.UU. ante las Naciones Unidas.
Previamente a su viaje a La Habana Richardson se reunió con cubanoamericanos e indicó que apoya la línea trazada por el presidente Obama en 2008, lo que contribuirá a dos temas fundamentales para facilitar el restablecimiento de las relaciones entre ambos países: terminar la animosidad entre el gobierno de cubano y la diáspora mediante el diálogo y la reconciliación nacional, así como facilitar la reunificación familiar. La comunidad cubanoamericana favorece crecientemente el cambio de la política estadounidense hacia Cuba, así como la reconciliación nacional; y puede y quiere contribuir al desarrollo nacional. La prensa atribuye a Richardson que ya en 1997 se acercó a nuestro compatriota Bernardo Benes para renovar un diálogo fructífero entre las partes que Bernardo gestó en 1978 y que culminó con las visitas de los cubanoamericanos a la isla y la liberación de muchos presos políticos.
Richardson indicó que EE.UU. debe adoptar medidas para liberar los viajes de los estadounidenses a la isla (deportes, cultura, negocios) y ampliar los contactos pueblo a pueblo para desarrollar la confianza entre los dos pueblos vecinos. Asimismo, que Cuba también tiene que adoptar cambios y ser más flexible en las negociaciones. Es prácticamente imposible pedirle a una parte que realice cambios mientras la otra parte rechaza realizarlos. Tiene que haber reciprocidad. Mencionó como pasos concretos ampliar la movilización de los diplomáticos en los países que residen, amplitud y mayores facilidades en los viajes y contactos pueblo a pueblo y comenzar el diálogo entre el gobierno de Cuba y los cubanosamericanos para lo cual se ofreció posteriormente como mediador.
Richardson resumió la situación existente en una rueda de prensa en La Habana y después en una presentación en la Universidad de New Mexico. En La Habana indicó que EE.UU. no le da suficiente atención al tema cubano pues tiene otras prioridades y que la isla es inflexible en sus posiciones. Sin embargo, señaló, como negociador experimentado y exitoso y líder optimista, que hay un ambiente favorable para comenzar el cambio que tomará tiempo y no es fácil, pero que hay que iniciarlo con pasos concretos de ambas partes. En la Universidad de New Mexico comentó su oposición al embargo y a la prohibición de viajes de los estadounidenses a la isla y se ofreció como mediador para un diálogo entre el gobierno cubano y los cubanoamericanos.
Con la Administración Obama, el Congreso demócrata y ahora la iniciativa de Bill Richardson, Cuba tiene la extraordinaria posibilidad de normalizar sus relaciones con EE.UU. Estas le serían de gran beneficio para expandir sus exportaciones de bienes y servicios, en particular para aumentar de inmediato y significativamente los ingresos por turismo. Asimismo, para movilizar las inversiones requeridas para explorar y explotar los yacimientos petrolíferos en aguas profundas del Golfo de México, el gran potencial turístico proveniente de EE.UU. y las ventas de productos étnicos a la población cubanoamericana situada mayormente en la Florida que ascendió a 1.6 millones en el 2007. Incluso podría sentar las bases para que Cuba recupere la base naval de Guantánamo con su valiosa infraestructura. Todo ello podría reactivar y dinamizar considerablemente la economía cubana que tanto lo necesita para superar la presente crisis.
Por lo anterior, consideramos que las autoridades de la isla y los miembros la diáspora deberíamos darle un fuerte respaldo a la iniciativa del gobernador Richardson, sobre la cual ya informó al presidente Obama, para mediar en un diálogo informal entre las autoridades y los cubanoamericanos y establecer una agenda para desarrollarlo sobre bases sólidas, así como adoptar pasos concretos para el cambio necesario. En más de una ocasión el presidente Raúl Castro ha señalado que respeta las opiniones diferentes y que está dispuesto a discutirlo todo. Esperamos que así sea.
* Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C.
Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.
Monday, September 21, 2009
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