Por Lorenzo Cañizares y Rolando Castañeda*
Al principio de este mes la administración de Obama señaló su deseo de comenzar un diálogo con el Gobierno cubano para resolver el problema migratorio existente entre los dos países. Esta propuesta es la continuación de lo que señaló el presidente Obama en la reunión Cumbre celebrada en Trinidad-Tobago el pasado mes de abril.
Este deseo de restablecer una relación entre los dos países debe ser apoyado por todos los interesados en el bienestar de las dos naciones, especialmente en cuanto afecta a la nación cubana.
El pueblo cubano necesita desarrollar su potencial económico. Eso sólo se podrá hacer en un ambiente pacífico y ayudaría tremendamente en ese paso el tener una relación cordial con la potencia militar y económica mayor del mundo. A Estados Unidos les interesa recobrar su papel como el principal socio económico de un país tan cercano a sus costas y más importante políticamente que lo que indica su tamaño como se percibió en la reciente reunión hemisférica. Al pueblo cubano le interesa el desarrollar su capacidad económica con seguridad de que este proceso no sólo es viable y estable pero sino también permanente. Esperamos que nuestros lectores entiendan la dinámica de lo que comentamos. El Gobierno de Cuba no hará cambios mientras se sienta acosado y los "talibanes" criollos de ambos lados del Estrecho de la Florida le provean excusas para no hacerlo, mientras que a los Estados Unidos les conviene el desarrollo económico de Cuba.
Cuba hoy se encuentra en serias dificultades económicas. Trenes y autobuses han reducido sus servicios; las tiendas del estado han sido ordenadas de desconectar sus refrigeradores por dos horas diarias para conservar energía; a las panaderías se les prohíbe hornear por las noches cuando el uso energético está en máxima utilización; firmas extranjeras que tratan de sacar más de unos cuantos cientos de dólares del país ahora necesitan permiso del Banco Central cubano para hacerlo; el precio de uno de las más importantes productos de exportación, el níquel, se ha desplomado; la recesión económica mundial ha afectado fuertemente al turismo, y la producción petrolera sigue estancada gracias a la ineficiencia.
Hace unas semanas atrás Estados Unidos se convirtió en el único país del hemisferio occidental que no tiene relaciones diplomáticas con Cuba después el Gobierno de El Salvador reestableció relaciones diplomáticas con Cuba. ¿Qué significa esto? Hace años atrás era México el único país latinoamericano que tenía relaciones diplomáticas con Cuba después de su expulsión de la OEA en 1962. Ahora la tortilla se ha volteado y es Estados Unidos el que está aislado sobre este tema en el continente. Este aislamiento disminuye el respeto que los países latinoamericanos tienen por Estados Unidos y los lleva a buscar relaciones más estrechas con otras potencias alrededor del mundo como por ejemplo el BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
Hillary Clinton señaló durante la inauguración del nuevo presidente salvadoreño “que conexiones más estrechas con Cuba pueden llevar a un futuro más libre a la nación cubana. Las conversaciones entre nuestros dos países son en interés de Estados Unidos, como también lo son para el pueblo cubano.” Estamos completamente de acuerdo siempre que esas conversaciones se basen en el respeto mutuo y sean sin precondiciones como señaló el presidente Obama en su campaña electoral. El deseo de complacer a la derecha del exilio cubano, estableciendo precondiciones, ha sido la base del desprestigio político que sufre hoy en día la nación estadounidense entre los países latinoamericanos porque consideran que no hay consistencia a nivel internacional en la posición estadounidense hacia Cuba y hacia otros países con sistemas similares.
El día después de la inauguración del presidente Mauricio Funes, la señora Clinton asistió la reunión de la OEA donde se le ofreció a Cuba readmisión en la organización. Su participación en la reunión comenzó con un intento de condicionar la readmisión de Cuba. Hubo tensos momentos donde parecía que había la posibilidad que Estados Unidos y Canadá se quedaran fuera de la organización. No obstante, prevalecieron posiciones sensatas y pragmáticas y la readmisión de Cuba fue formalmente aceptada, después de 47 años de ausencia, el 3 de junio. Por supuesto, admisión en la OEA no significa ninguna mejora inmediata en la vida cotidiana del pueblo cubano.
Líderes gubernamentales y de la comunidad cubano-americana enseguida se expresaron en contra de la invitación al gobierno cubano y amenazaron con utilizar su influencia política para cortar los fondos que provee el gobierno estadounidense al funcionamiento de la OEA, volviendo otra vez a hacer posible el deseo de la extrema izquierda latinoamericana de tener una organización regional donde se excluya a Estados Unidos.
En nuestra opinión el gobierno de Obama debe mantener una posición firme de seguir adelante con sus planes de restablecer relaciones con el gobierno cubano. Es de sentido común para las dos naciones vecinas discutir y resolver problemas que obstaculizan unas mejores relaciones. Nosotros vemos este proceso como irreversible e inevitable ya que Obama ha demostrado que desea superar los fallos fundamentales de la política aislacionista de la administración Bush/Cheney. Latinoamérica así lo desea.
*Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.
Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C.
Sunday, June 21, 2009
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