Un centenar de cubanos de la Diaspora, principalmente residentes en los Estados Unidos, ha firmado una carta que pide el fin de las restricciones economicas sobre Cuba, principalmente las limitaciones de viajes y remesas. La carta fue enviada con cincuenta firmas, el pasado 10 de marzo, al Presidente Barak Obama, tanto por el correo regular como por correo electronico, y de la misma forma se le envio copia a la actual Secretaria de Estado, Hillary Clinton. La peticion sera ratificada proximamente con un numero mucho mayor de firmas.
Sr. Barack H. Obama
Presidente de los Estados Unidos de América·
C.C. Hillary Rodham ClintonSecretaria de Estado de los Estados Unidos de América
Señor Presidente:
Aunque le escribimos a título personal, podríamos agregar aquí las firmas de muchos de nuestros compatriotas, con la seguridad de interpretar los sentimientos de cientos de miles de cubanos, tanto residentes en Cuba como en numerosos países a donde la tragedia de nuestro país nos ha dispersado con la consecuente separación de familiares y amigos.
Durante casi veinte años organizaciones políticas cubanoamericanas, tras el derrumbe del bloque socialista de Europa del Este y en particular la desintegración de la Unión Soviética, cabildearon fuertemente en Washington para endurecer las medidas de restricciones económicas que los Estados Unidos impusieran sobre Cuba a raíz de las expropiaciones de propiedades norteamericanas a comienzos de los años 60.
El criterio prevaleciente era que habiendo perdido Cuba los mercados y el subsidio soviético -fuentes del financiamiento de sus programas sociales y de sus prácticas represivas-, el endurecimiento de esas restricciones haría colapsar la economía cubana con la consecuente rectificación por parte de ese gobierno de su política violatoria de derechos humanos, e incluso algunos, con la esperanza de incitar a una población desesperada a lanzarse a las calles en actos de violencia que harían zozobrar a ese régimen, lo cual demuestra, por una parte, una gran insensibilidad humana y por otra, un gran desconocimiento, no sólo de la naturaleza de ese régimen, sino incluso de la historia, pues ningún padre urgido por la necesidad impostergable de dar de comer a sus hijos piensa primero en cómo solucionar los problemas políticos de su país, y porque esas restricciones fueron explotadas con mucho éxito por los dirigentes de ese régimen para culpar a los Estados Unidos de sus descalabros económicos y crear el clima de estado de sitio que les permite aunar a gran parte de la población en la supuesta defensa de una patria en peligro y justificar la represión brutal contra sus opositores.
El tiempo, finalmente, se ha encargado de demostrar que estaban equivocados, primero con la Ley Torricelli (Cuban Democracy Act) firmada en 1992, luego con la Ley Helm-Burton (Cuban Liberty and Democracy Solidarity Act) en 1996 y finalmente las restricciones a viajes y remesas (Comission for Assistance to a Free Cuba) en 2004. El régimen cubano, lejos de debilitarse, se ha fortalecido durante esos años y ha cosechado el apoyo político de numerosos gobiernos de todo el mundo que cada año votan casi unánimemente a su favor en Naciones Unidas en la condena a esa política, mientras que Estados Unidos queda siempre con la bochornosa desventaja de tres votos frente a más de 150, debido a una política verdaderamente inconsistente, si tenemos en cuenta las armoniosas relaciones de Estados Unidos con China y Viet Nam, este último país, escenario de una guerra de varios años donde murieran miles de soldados norteamericanos.
Ahora, ante la evidencia de que el embargo no ha provocado el derrumbe del régimen de La Habana, el pretexto para mantenerlo es que serviría como “pieza de negociación”, cuando en realidad es absurdo ofrecer lo opuesto a lo que la contraparte desea, pues significaría, para esa dirigencia, perder el clima de confrontación que tantas ventajas políticas le ha proporcionado, ya que un proceso de distensión le dejaría sin excusas ante los descalabros de su irracional política económica, una postura de atrincheramiento, la negación de libertades fundamentales y para seguir manteniendo el encarcelamiento de cientos de ciudadanos por motivos políticos. Por esta razón ha tratado siempre de sabotear todo proceso de distensión, como se demostró con el éxodo masivo por el puerto del Mariel en 1980 para detener el proceso de mejoramiento de relaciones iniciado por la administración Carter; y por otra parte, alentar políticas más agresivas, como cuando derribó en febrero de 1996 dos avionetas civiles de los Estados Unidos con la muerte de sus cuatro tripulantes y así posibilitar en Washington la firma del proyecto Ley Helm Burton (Cuban Liberty and Democracy Solidarity Act) que por esos días el Congreso discutía con muy pocas posibilidades de ser aprobado.
Ahora, señor presidente, con la buena acogida que en todo el mundo ha tenido su llegada a la presidencia de los Estados Unidos -lo cual dificulta una ofensiva injustificada por parte de La Habana contra su gobierno-, tiene Ud. la oportunidad de lograr lo que no pudieron diez administraciones norteamericanas, eliminando las restricciones a viajes y remesas a Cuba y ejerciendo su influencia para un levantamiento del embargo por parte del Congreso. El destino de Cuba es algo que corresponde sólo a la voluntad de los cubanos, pero mientras los Estados Unidos mantengan su política de guerra fría con Cuba, los cubanos amantes de la libertad estaremos realmente en desventaja, ya que el régimen de ese país podrá continuar sosteniendo ante el mundo la ficción de que el verdadero conflicto es entre un pequeño país y el imperio que supuestamente pretende avasallarlo, cuando en realidad se trata de un régimen dictatorial frente a su propio pueblo.
Respetuosamente,
(Ver firmas en la version en ingles)
Por este medio felicito a los promotores y realizadores del blog de la Concordia.
ReplyDeleteSiro